Los sucesos acaecidos en Charlottesville durante el fin de semana no están dejando indiferente a la sociedad norteamericana. Mientras arrecian las críticas al presidente Trump por no haber condenado con la suficiente claridad a los supremacistas blancos, los obispos han rechazado todo gesto de violencia y discriminación.
El cardenal arzobispo de Boston, Seán P. O’Malley, se ha mostrado enérgico en un comunicado que dio a conocer el 15 de agosto: “Aquellos que buscan resucitar una nueva forma de nazismo y nacionalismo extremo, aquellos que denigran a los afroamericanos, que predican y practican el antisemitismo, aquellos que desprecian a los musulmanes, aquellos que amenazan y buscan desterrar a los inmigrantes en nuestra tierra, deshonran las convicciones básicas de las tradiciones políticas y constitucionales americanas”.
O’Malley recuerda que “la rabia furiosa y violenta que se vivió en Virginia el pasado fin de semana, con palabras y hechos, contradecía nuestro credo nacional y código de conducta civil”. El purpurado defiende que “la dignidad de todas las personas y una humanidad compartida” son valores instrísecos de la nación. Sin embargo, advierte que “nuestro país se encuentra en un momento en que la herencia cívica y bíblica está siendo ataca y probada”.
En un mensaje promotor de la cultura del encuentro y del “pluralismo”, de manera implícita cuestiona algunos de los postulados de Trump, O’Malley al señalar que “necesitamos reafirmar y reafirmar la creencia de que una nación debe incluir a todas las razas, culturas, etnias y religiones que componen nuestro país”.
A partir de ahí plantea a los ciudadanos estadounidenses que “debemos defender nuestros principios e ideales. Mi oración es que podamos enfrentar este desafío. Estoy convencido de que seremos capaces de hacerlo”.