El Movimiento Familiar Cristiano (MFC) ha asumido el gran reto de acompañar en México a los divorciados vueltos a casar, un desafío que el papa Francisco ha lanzado a toda la Iglesia.
Durante sus casi 70 años de presencia en el país, el MFC ha ofrecido varios servicios a la Iglesia, principalmente pláticas prematrimoniales, formación para jóvenes y novios, orientación integral para padres de familia, entre otros; hoy, sin embargo, busca salirle al paso a una realidad que crece día con día: los divorciados vueltos a casar.
La Iglesia los llama
En entrevista para Vida Nueva Digital México, Blanca Sastré y Jesús Manuel Ramos, coordinadores nacionales del MFC, explican que el proyecto inició hace poco más de dos años, y está basado en una serie de dos libros que lleva por título Somos familia de Dios.
Jesús Manuel considera que durante muchos años la Iglesia mantuvo sus esfuerzos enfocados en la atención a los matrimonios sacramentados o parejas que no tienen impedimento para casarse, hasta que se dio cuenta que hay una gran cantidad de familias que se han ido formando a partir de parejas que sufrieron un divorcio: “personas casadas por la Iglesia que no encontraron en su Matrimonio lo que esperaban o hubo conflictos que no pudieron resolver, y terminaron separándose, para luego volverse a juntar con otras personas”.
Para los coordinadores del MFC, estas parejas se encuentran en una situación muy compleja, con muchos lazos, vínculos y situaciones particulares; por ejemplo, la relación con los hijos del primer Matrimonio, o mantener contacto con los ex esposos por cuestiones de sustento, entre otras situaciones nada sencillas.
Ante esta realidad –propone Jesús Manuel– les debemos hacer sentir que la Iglesia los llama, porque la Iglesia cuida la vida de todas las familias. “Lo que hace el Movimiento Familiar Cristiano es tomar este reto, el desafío de hacerles sentir que son parte vital de la Iglesia, y promover su participación en la vida de las comunidades”.
Sanar las heridas, un primer paso
“Antes de iniciar un proceso con una pareja de divorciados vueltos a casar, lo primero que debemos hacer es ayudarles a recuperarse espiritualmente de las heridas que le ha provocado su primera relación. Definitivamente son heridas que no van a desaparecer del todo, pero esto es importante si queremos que inicien un camino de la mano de Dios”, señala.
Jesús Manuel deja en claro que aquí la intención no es que la pareja lleve una vida sacramental, pues su condición no se los permite, sino enseñarles cuál es el camino de santificación: “Este es un camino que está abierto para todos, pues la misericordia de Dios es infinita; debemos convencernos de que Él nos ama y busca la manera de que alcancemos la santidad, independientemente del estado de vida en que nos encontremos”.
Reconoció que una de las cosas en las que han tenido que orientar a estas parejas es que Dios nuestro Señor tiene muchos caminos para llegar a él, y uno que se promueve mucho es el “acercarse a Jesucristo a través del hermano desamparado, del migrante que no tiene que comer, del enfermo al que nadie visita, del preso que requiere que lo acompañen”, señala.
“Les hacemos conscientes que todas las obras de misericordia que realizamos Dios las recibe con beneplácito; lo mismo la oración y la participación en Misa, haciendo una comunión espiritual. Efectivamente, no pueden comulgar como los demás, pero eso no significa que las puertas del cielo estén cerradas para ellos ni que la misericordia de Dios no los alcance”.
Somos familia de Dios
La serie de dos libros que sirve de base para este acompañamiento lleva por nombre Somos familia de Dios, de la Editorial PPC México. El primero de ellos se titula Confiamos en la misericordia divina, y da la posibilidad de trabajar durante un año; está estructurado en 16 temas, a través de los cuales se analiza el amor cotidiano, la misericordia de Dios, las causas y efectos del divorcio en los hijos, la sanación de heridas, entre otros. “Este libro tiene una metodología que para nuestro movimiento ha sido muy exitosa, que es la de ver, iluminar y actuar”. El segundo libro aún no está listo, pero muestra importantes avances.
Jesús Manuel detalló que cada tema lleva a iluminar, a través de la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia, la realidad particular de las parejas, a tomar decisiones y a formular compromisos específicos, que les permiten mejorar la relación con la familia y con Dios.
Añadió: “Cada sesión también tiene su orden, está estructurada para privilegiar el diálogo en equipo, compartir experiencias y reflexionar la Palabra de Dios. Esto nos permite encontrar una ruta muy concreta hacia la santificación de las familias y, por supuesto, hacia la salvación”.
El difícil camino
Al referirse a los problemas que han encontrado para implementar el acompañamiento a divorciados vueltos a casar, Jesús Manuel aseguró que el principal es la idea que se tiene en los grupos de iglesia, incluso en algunos sacerdotes, de que estas familias “están muy lejos del amor de Dios”, por lo que primer desafío es eliminar esa forma de pensar.
También refirió que no ha sido fácil encontrar parejas que estén dispuestas a liderar los grupos. Y es que –dijo- “no conviene que los líderes sea un Matrimonio sacramentado, puesto que éste no ha vivido la experiencia del divorcio; su realidad es otra, y no son lo suficientemente sensibles a la realidad de estas familias, lo cual no permite darles un acompañamiento adecuado. Gracias a Dios hemos ido encontrando parejas de divorciados vueltos a casar, que brindan su testimonio de conversión y misericordia”.
Jesús Manuel explicó que hay un gran interés en las diócesis del país por implementar este tipo de acompañamiento: “el MFC está presente en 84 de las 94 diócesis del país, y prácticamente en todas hemos sentido la necesidad de llevar a cabo esta acción. Blanquita y yo, también como coordinadores nacionales de la Pastoral Familiar, hemos platicado con muchos obispos, que nos han hecho saber la demanda apremiante de herramientas para atender esta realidad. En algunas se han iniciado trabajos incipientes y en otras llevan años acompañando a estas parejas, pero hemos constatado que realmente hacía falta una herramienta estructurada”.
¿Y ‘Amoris Laetitia’?
Finalmente, el coordinador del MFC calificó la exhortación apostólica del papa Francisco como “agua fresca” en la vida de la Iglesia: “una manera revitalizada de presentar la acción de la Pastoral Familiar; nos permite descubrir, a través de un lenguaje muy directo y claro del papa Francisco, lo que la Iglesia y Dios están buscando de nosotros, los que queremos acompañar a las familias o los que necesitamos un acompañamiento”.
“Amoris Laetitia abre caminos frescos y nuevos. Lo que se nos está pidiendo es una actitud más apostólica y mirar al mundo con misericordia; alcanzar esas periferias existenciales que a veces no queremos ver. Es un grito que dice: ‘¡ánimo, pueblo; ánimo familia¡ ¡Dios está contigo! ¡Atrévete a mirar con misericordia!”
Confiamos en la misericordia divina. Somos familia de Dios