La catedral de Valencia acogió ayer por la tarde la misa en sufragio por la víctimas de los ataques terroristas de Cataluña. Presidida por el cardenal Antonio Cañizares y el obispo auxiliar Esteban Escudero, durante la homilía hizo un llamamiento a una “unidad sin fisuras también de las religiones” para frenar el extremismo.
“El yihadismo islámico sólo sabe de odio, odia a Dios en primer lugar y a sus criaturas más queridas que son los hombres”, destacó el arzobispo de Valencia, que subrayó cómo “odia de manera especial a España y busca su peor mal, su destrucción y conquista volviendo a épocas pasadas que es preciso superar”.
Es más, hizo hincapié en que estos terroristas yihadistas “son una amenaza para nuestros hermanos musulmanes” y deben dejar las armas y acabar de una vez, ya y para siempre, su terrorismo homicida, arrepentirse y cambiar sus corazones sin demora”.
Enemigos de la Tierra
Desde ahí, Cañizares explicó que “los asesinos yihadistas del Daesh son los principales enemigos de la Tierra a la que dicen falsamente defender y rescatar y, más aún, son enemigos especialmente destructores del Islam, religión que debe ser respetada y en la que se adora e invoca al Dios vivo, único y misericordioso”.
“Una religión se defiende con la paz y la justicia, con el reconocimiento del Dios único y verdadero que quiere que el hombre viva y que proteja al hermano”, remarcó el cardenal que también destacó cómo “no hay fe ni hay paz cuando el hombre es asesinado y no hay mayor blasfemia contra Dios que cuando se comete la mayor de las injusticias, que es el matar al inocente e indefenso, al que Dios especialmente ama”.
El purpurado señaló que “es necesario abrirse a la esperanza de que es posible romper esa larga cadena de los horrendos delitos del terrorismo”. En esta línea, puso en valor cómo “en los atentados acaecidos en Cataluña hemos podido apreciar y ver tantos signos de solidaridad y amor que indican que el Evangelio no está lejos de nosotros”.
Con esta mirada, el arzobispo valenciano imploró a Dios para que “tenga compasión y acoja a estos hermanos nuestros asesinados, se apiade de sus familias, de Barcelona y de Cataluña, esa parte tan querida de España, y de España misma”.