Con un edicto firmado el 21 de agosto, el arzobispo de Chihuahua, Constancio Miranda Weckmann, ha iniciado el proceso canónico que “lleve a la ansiada declaración oficial de la Iglesia sobre la santidad” del arzobispo Adalberto Almeida y Merino, en su proceso diocesano.
Monseñor Miranda explica en el edicto que “un gran número de personas de nuestra Arquidiócesis y fuera de ella conservan un vivo y emocionado recuerdo del que fuera cuarto obispo y segundo Arzobispo”. Agrega que “no sólo se le recuerda como un excelente pastor, que se entregó de lleno a la renovación espiritual y pastoral de nuestra comunidad diocesana, sino también como un cristiano que como laico, sacerdote y obispo vivió de una manera ejemplar las virtudes cristianas, y en especial las teologales: fe, esperanza y caridad”.
El arzobispo Adalberto Almeida nació en Bachíniva, estado de Chihuahua, en 1916. Fue ordenado sacerdote en 1943, y fue consagrado Obispo de Tulancingo en 1956. Por empezar los trabajos del Concilio Vaticano II, en 1962, fue trasladado a la diócesis de Zacatecas. Allí permaneció hasta 1969, cuando fue transferido por el papa Pablo VI a la Arquidiócesis de Chihuahua, su diócesis de origen.
En Chihuahua aplicó todas las directrices emanadas del Concilio Vaticano II y cumplió fielmente la doctrina social cristiana. Creó Cáritas Diocesana, denunció la violencia institucionalizada al principio de los década de los años 70, y comenzó un proceso evangelizador integral, apoyado en tres cartas pastorales que publicó entre 1974 y 1985.
Este proceso evangelizador lo llevó a denunciar, junto al clero de la Arquidiócesis, lo que él llamó fraude electoral de 1986 en Chihuahua, y tomó la decisión de cerrar los templos para no celebrar la Eucaristía el domingo 20 de julio como señal de protesta. Sin embargo, esta acción no fue llevada a cabo porque le hicieron ver al obispo Almeida que el papa Juan Pablo II no quería que la Eucaristía se mezclara con asuntos políticos.
En esa época, Adalberto Almeida y Merino escribió los textos Votar con Responsabilidad y los Talleres de la Democracia y –junto con los Obispos de la región norte del país- Coherencia Cristiana en la Política.
No pocos analistas consideran a Almeida como uno de los iniciadores de la transición política de nuestro país.
Luego de celebrar el centenario de la diócesis de Chihuahua, se convirtió en Obispo emérito en 1991. Falleció el 21 de junio de 2008. “Su fama de santidad, lejos de haberse borrado con el paso de los años que han seguido a su muerte, se hace más firme, por lo menos en aquellos que tuvieron la fortuna de conocerlo y tratarlo”, dice el texto del edicto publicado por Constancio Miranda, actual Arzobispo de Chihuahua.
En el año 2014 fue colocada una estatua de Adalberto Almeida en el Parque Infantil, frente a edificio que alberga las oficinas del Obispado de Chihuahua, en una ceremonia al que asistieron centenares de personas, que hoy aplauden el inicio de la fase diocesana del proceso de canonización.