La cercanía como comunicación

Un análisis de la personalidad del papa Francisco en su relación con las masas

La cercanía como comunicación

Cuando el 10 de septiembre concluya la visita del papa Francisco a nuestro país, la estela que dejará en el aire el vuelo intercontinental que lo llevará a Roma desde Cartagena no surcará tanto el cielo abierto del regreso, como el corazón y el espíritu de los colombianos. Y seguirá vivo el eco de sus mensajes que, acordes con su carisma, se han de inscribir dentro del apostolado de encuentro y cercanía que es la impronta de su pontificado.

 El Papa, gran comunicador

Por su investidura, el Romano Pontífice es, debe ser, un comunicador por excelencia. Su presencia y su gestión al frente de la Iglesia Católica es y debe ser juzgada desde el punto de vista de su capacidad de comunicarse con los fieles y con los seres humanos de este comienzo del tercer milenio.

Hoy por hoy, más que un papado histórico y un legado dogmático y doctrinal, lo que los católicos en todo el mundo esperan del obispo de Roma es una cercanía de pastor. Y eso se da no solo por su gestión administrativa en la conducción de la Iglesia y en el manejo del Estado Vaticano, o por la labor doctrinal de documentos o encíclicas, sino por su capacidad de comunicación.

No se trata solo de un buen manejo de comunicación a través de los medios -la comunicación social propiamente dicha-, sino de un ejercicio pastoral y apostólico para comunicar la “buena nueva”, el “eu-angelium”, el Evangelio.

 El estilo Bergoglio

La forma de comunicarse con el pueblo es casi como la huella digital de los papas. Más que su carácter y su personalidad, que no siempre son perceptibles desde la lejanía de la grey, es su estilo de comunicación lo que los caracteriza pastoralmente.

El papa Bergoglio tiene a su haber, como bagaje en el que se apoya su misión de pastor de la cristiandad, varios factores que confluyen en su forma de comunicarse. Tiene ciertamente un ancestro valioso como descendiente de italianos. Se siente como pez en el agua cuando habla italiano y no esconde el bagaje cultural europeo que consiguió en su formación. Su origen argentino, de otro lado, aporta una definitiva dosis de tercermundismo -o para ser más explícitos- de latinoamericanismo, y de ello hace gala sin timideces, lo que le abre escenarios y fronteras insospechadas. Su jesuitismo está también presente en su forma de ser, en su ejercicio pastoral y sacerdotal, en su espiritualidad, sin que se sienta aherrojado por este ancestro religioso.

 La comunicación de la ternura

Como comunicador el papa Francisco tal vez no tenga la densidad teológica de Benedicto XVI, ni la proyección en política mundial de san Juan Pablo II. Pero ha entronizado en la Iglesia lo que un autor ha llamado la “comunicación de la proximidad”. Una proximidad que el pontífice no se reprime de adobarla con una buena dosis de confesa ternura.

El título del primer mensaje del papa Francisco para el Jornada de las Comunicaciones en 2014, apenas empezando su pontificado, fue diciente: “La comunicación al servicio de una auténtica cultura del encuentro”. Y eso, encuentro y cercanía, significará la visita del papa Francisco a Colombia. Una cultura del encuentro y una cercanía pastoral que, lejos de prohijar el proselitismo y abogar por adhesiones dogmáticas bajo amenaza de desuetas excomuniones, abre las puertas a una eclesiología del amor. Porque es ahí donde deberá enraizar y dar frutos la paz de Colombia que ha venido a bendecir el Papa.

Luego de medio siglo de guerra nuestra paz no puede ser sino una paz de cercanía, de encuentro. Que en cristiano se traduce como perdón. Esa forma de ternura espiritual que es el perdón. 

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