Dos años después de que viera la luz Laudato Si’, la encíclica sobre ecología integral del Papa Francisco, la Iglesia ha sumado el cuidado de la casa común a sus prioridades pastorales. Así lo dejan patente los obispos españoles a través del mensaje que ha hecho público la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal con motivo de la Jornada mundial de oración por el cuidado de la creación que tendrá lugar el próximo viernes 1 de septiembre.
Así, el Episcopado invita a los cristianos a elevar una oración comprometida “por la conversión de quienes, considerándose dueños y señores de la misma, abusan de sus recursos y se olvidan de los millones de hermanos que, en distintos rincones del planeta, sufren hambre, enfermedades y miseria debido a una mala distribución de los bienes de la creación, que Dios quiere que lleguen a todos”.
Los obispos plantean cómo la degradación del ambiente, al agotamiento de las reservas naturales y a los perniciosos efectos de la contaminación ambiental exige una “respuesta decidida y urgente de creyentes y no creyentes”.
Haciéndose eco de las denuncias del Papa en Laudato Si’, la Comisión que preside el obispo de Sigüenza-Guadalajara, Atilano Rodríguez Martínez apunta cómo el hombre está “desnudo y expuesto a su propio poder, que sigue creciendo, sin tener los elementos para controlarlo. Puede disponer de mecanismos superficiales, pero podemos sostener que le falta la ética sólida, una cultura y una espiritualidad que realmente lo limiten y lo contengan en una lúcida abnegación”.
En esta misma línea, reclaman una verdadera “conversión ecológica” que rompa con hábitos “tan arraigados en la cultura actual, que favorecen el consumismo y la búsqueda de los propios intereses, olvidando la dimensión espiritual de la persona y las necesidades de nuestros semejantes”
Por eso, los obispos alertan de reducir la protección del planeta a “a puro ecologismo”, frente a lo que plantean promover “comportamientos éticos y actuando siempre desde una libertad responsable. De esta manera, consideran necesario aplicar “un diálogo franco y abierto que ayude a la superación de los intereses egoístas sobre la cuestión ecológica”.
En esta tarea, no solo invitan a participar a“los creyentes de otras religiones, los gobiernos de las naciones y las instituciones sociales”, sino que instan a los católicos a “ser los primeros en asumir que la fe en Jesucristo nos ofrece fundamentos extraordinarios para la práctica de una ecología integral y para el desarrollo pleno de la humanidad”.