Una vez más, el narcotráfico usa el arma de la amenaza para tratar de silenciar a Jorge Cloro, un sacerdote del Gran Buenos Aires que desde hace mucho años trabaja en la prevención del consumo y en el acompañamiento a los adictos y a sus familias.
Por un momento, muchos agentes de pastoral de la Iglesia argentina que trabajan en la prevención de las adicciones tuvieron la misma sensación amarga de desprotección y abandono que sintieron en octubre pasado cuando los medios de comunicación daban a conocer que el padre Juan Viroche había aparecido ahorcado en su parroquia, en el interior de la provincia de Tucumán. ¿Por qué? Por denunciar en sus homilías al narcotráfico que estaba haciendo estragos entre los jóvenes del barrio. Aún la justicia no se expidió formalmente sobre el caso, pero lo que quiso presentarse como un suicidio, los feligreses de la parroquia de Viroche lo confirman como un asesinato.
Hace instantes se dio a conocer –primero con un video casero en las redes sociales y luego con una comunicado oficial del Obispado de Quimes (Buenos Aires)–, que el sacerdote Jorge Cloro había recibido amenazas de muerte por parte de sicarios del narcotráfico que operan en el Conurbano bonaerense. Cloro es sacerdote de la Fraternidad Misionera y se desempeña como párroco de la parroquia Espíritu Santo (ubicada en IAPI, un barrio pobre de Bernal Oeste) y como delegado episcopal de la Pastoral de Adicciones y Drogadependencia de la Diócesis de Quilmes. Desde antes de ser ordenado presbítero, era una persona muy preocupada por la vulnerabilidad que generaba la pobreza. Hoy, bajo el mandato de su obispo, Carlos José Tissera, dirige el grupo pastoral que a nivel diocesano lleva adelanta diversas propuestas orientadas a la prevención del consumo y al acompañamiento de los adictos y a sus familias.
Tan hondo caló la amenaza que mañana, jueves 31 de agosto, a las 8 de la mañana, el obispo Tissera junto con el pastor evangélico Iván Carrillo, el director de Cáritas Quilmes, Claudio Spícola, y el catequista Carlos Alberto Leiva, entre otros referentes de esta comunidad, acompañarán públicamente a este sacerdote y a su comunidad barrial y parroquial brindando una conferencia de prensa para demostrar que frente a estas amenazas van a redoblar los esfuerzos para seguir trabajando a favor de la vida, a favor de los niños y jóvenes.
El comunicado de la diócesis de Quilmes se presentó junto con una carta de la Pastoral de Adicciones y Drogadependencia y de Cáritas Quilmes. Este escrito explica que el pasado sábado 26, “en el marco del programa que el Episcopado Argentino impulsa a través de Caritas Argentina para la atención y prevención de jóvenes en situación de consumo problemático, se realizó una actividad de prevención en la Comunidad San Francisco de Asís, perteneciente a la Parroquia Espíritu Santo del barrio IAPI de Bernal Oeste”. Según detallaron, se trató de “una actividad recreativa nocturna con jóvenes en situación de vulnerabilidad social a través de juegos, deporte y música”.
“En el día de ayer, martes 29 de agosto –prosiguió el escrito–, dos personas en moto interceptaron a un agente pastoral de la parroquia y le dejaron un mensaje para el padre Jorge Cloro. La amenaza verbal decía: ‘Gordo, que no se metan con la calle. Decile al cura que solo haga misa’”.
Pero esto no fue todo. Cuando el padre Cloro salió de su casa en su automóvil “se le reventaron tres cubiertas”. Al descender del vehículo averiado, el sacerdote verificó que “todas las cubiertas tenían tajos que habrían sido realizados con objetos punzantes. Lo que pudo terminar siendo una tragedia, gracias a Dios no lo fue”, según indica el comunicado del Obispado de Quilmes. Y agrega: “No es la primera vez que el padre Jorge Cloro recibe amenazas. En meses anteriores, al realizar junto con un pastor evangélico de la zona y gente del barrio una marcha a favor de la vida y en contra del narcotráfico, tanto el pastor como el sacerdote recibieron mensajes de calumnias y de difamación”.
La Pastoral de Adicciones y Caritas Argentina Quilmes explican en el comunicado de prensa que “han fortalecido sus esfuerzos para detener el avance de la droga apostando al trabajo preventivo y de contención de jóvenes que se encuentran en situación de consumo problemático”. Y detallan: “Específicamente, en los últimos tiempos, se ha potenciado este trabajo al realizar acciones tendientes a ingresar en los programas de las Casas de Atención y Acompañamiento Comunitario (CAAC) de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas (Sedronar) que están orientados a atender a los jóvenes que se encuentran en las esquinas de nuestros barrios consumiendo drogas”.
Asimismo, denuncian que no es la primera vez que miembros de la Diócesis de Quilmes son amenazados por trabajar en la prevención y en la atención de personas con problemas de adicciones. Y manifiestan un dato escalofriante: “Sabemos de la metodología de los narcotraficantes, quienes se esconden en nuestros barrios, matando literalmente a nuestros jóvenes. Genera indignación que, realizar acciones en favor de los jóvenes, se vean truncadas por estos actos ‘mafiosos’ que, por el contrario, no hacen más que afirmar la continuidad de nuestras estrategias que demuestran lo acertado de nuestras acciones de prevención y asistencia”.
“Sabemos de casos de sacerdotes que han sido amenazados en nuestro país y que han tenido que trasladarse para salvaguardar su vida y la de su entorno. También conocemos el caso del padre Juan Viroche, de Tucumán, de quien sus feligreses sostienen que fue asesinado por sicarios del narcotráfico”, sostienen la Pastoral de Adicciones y Caritas Quilmes. Y piden: “hacemos un llamado a la defensa de la vida, un valor inquebrantable de un bien superior que está más allá de todo marco religioso o político. Pedimos a la sociedad civil (…) ayúdennos a gritar #NiUnPibeMenosPorLaDroga”.