La desaparición forzada en México es un tema preocupante y está ligado, en muchos casos, a situaciones sociales y políticas, aunque actualmente también se relaciona con el crimen organizado. De acuerdo con datos del propio gobierno federal, a junio de 2017 había 29,903 personas desaparecidas.
De esta cifra, casi mil desaparecidos están ligados a asuntos relacionados con delitos del fuero federal, principalmente contra la salud, siendo los jóvenes, de entre 20 y 30 años, los más involucrados. En tanto, las entidades con mayor número de desaparecidos son: Guerrero, Veracruz, Tamaulipas, Ciudad de México y Michoacán.
Es por ello que el pasado 30 de agosto, con motivo del Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, establecido por la ONU con la finalidad de honrar a quienes han sido víctimas de este delito, la Arquidiócesis de Morelia dio a conocer que trabaja en un “Programa Integral de Acompañamiento a Víctimas de las Violencias con enfoque de Construcción de Paz”.
“El objetivo es acompañarlas en sus procesos de sanación y superación de su condición de víctimas, convirtiéndolas en agentes sociales de cambio y evitando futuras violencias. Nuestra preocupación es aportar para el bienestar de las personas en su integralidad”, dijo el arzobispo Carlos Garfias Merlos, quien también es responsable de la Dimensión de Justicia, Paz, Reconciliación, Fe y Política de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM).
Y es que –señaló a través de un mensaje publicado en la página de la CEM– al observar esta realidad, la Iglesia en Morelia se siente interpelada, y a la luz de la fe, de la propia Doctrina Social Cristiana y de la Exhortación Pastoral “Que en Cristo nuestra Paz México tenga vida digna”, considera conveniente abordar el problema de la violencia desde un enfoque de salud pública, que permita asegurar para el mayor número de personas el beneficio de la seguridad y de la paz.
Este enfoque de salud pública –detalló– nos hace a todos corresponsables y nos pide cooperar para superar la crisis: el gobierno, los empresarios, las iglesias, las organizaciones sociales y la sociedad en general.
Explicó que el programa es un esfuerzo para contrarrestar el fenómeno de la violencia y las necesidades que de ésta surgen. “La violencia que estamos viviendo en nuestros pueblos y comunidades, al igual que en muchas partes del país, genera una descomposición social que ha deteriorado profundamente la convivencia armónica y pacífica de nuestra sociedad”, dijo el Arzobispo.
Finalmente, sobre el Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas consideró que esta fecha debe hacer conciencia de la importancia de la atención a las víctimas de la violencia, desde las instancias de gobierno y de la sociedad civil, “trabajando por establecer políticas públicas que no sólo se dediquen a buscar a los ausentes, sino que eviten que se sigan dando estas desapariciones y den respuestas a los familiares y a las víctimas de los desaparecidos”.