España

Alicia Castro: “Hay que atraer a los cristianos, no dejarles caer en el aburrimiento”

  • El Monasterio de Santa María del Paular estrena en septiembre un itinerario de formación escriturística y teológica con la mirada puesta en los seglares
  • “El Papa empuja a los laicos a participar en las labores de Iglesia, entendiendo por Iglesia no la jerarquía, sino la comunión de todos los cristianos”, asegura la coordinadora del curso, Alicia Castro





El Monasterio de Santa María del Paular dará el pistoletazo de salida el próximo mes de septiembre al itinerario de formación escriturística y teológica ‘La razón de nuestra fe’. Se trata de un curso que busca ahondar en los textos bíblicos desde una aproximación histórica, estudiando tanto el contexto como a sus autores para posteriormente analizar las claves de la fe cristiana.

Entre otros objetivos, este itinerario busca bucear en el Nuevo Testamento y su aplicación posterior. ¿Ha sabido la  Iglesia contagiar la fuerza del Evangelio  al mundo de hoy? “Con toda sinceridad, creo que no”, responde Alicia Castro, coordinadora del curso y profesora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Y argumenta su posición: “La mayor parte de los cristianos se acercan al Nuevo Testamento y también al Antiguo, a través de las celebraciones litúrgicas, fundamentalmente, de la eucaristía dominical. Ahí las lecturas pierden su hilo conductor interpretativo y, en ocasiones, más de las deseables, las explicaciones que reciben los asistentes están dirigidas a una aplicación puntual, concreta y eso en el caso de no tener un trasfondo loablemente interesado”.

Para Castro, el error reside “en la formación que la Iglesia debería ofrecer, seriamente, empezando por el clero y continuando por todos aquellos que tengan responsabilidades parroquiales, particularmente catequistas. Es necesario que todos seamos conscientes, la jerarquía eclesial la primera, de que el papel de la formación es fundamental para el futuro del cristianismo. Una vez que admitimos el problema actual de la secularización que afecta a la transmisión de la fe en la familia, en la casa, la parroquia pasa a ser la primera responsable de dar una formación e información de calidad, no algo rutinario, no algo desactualizado”.

En este contexto se enmarca este itinerario conformado por muchas voces: “Contamos con la inestimable ayuda de tres exegetas de nivel internacional que creen en el proyecto, y lo apoyan con su inestimable participación”.

El papel del laicado

“Aquí estamos, implicados tanto el clero, con dos órdenes religiosas (benedictinos y jesuitas) y el laicado, yo misma. Además, la pretensión no se detiene en este itinerario, sino que abre un espacio, en gran medida formativo, en el nuevo Centro de Espiritualidad del Monasterio, con la mirada puesta desde corto hasta largo plazo”, explica la coordinadora del proyecto.

Precisamente en este clima de misión compartida,  los laicos juegan un papel clave. De ahí que esta apuesta del Centro de Espiritualidad Monástica mire con especial atención a los seglares: “Nos dirigimos a adultos, pretendemos responder a sus preguntas, a sus curiosidades, a aquellas cosas que nunca nadie les ha respondido. Pero no necesariamente a creyentes practicantes, en exclusiva, sino a aquellos “tocados” por el problema de la secularización”.

Por eso, esta investigadora se muestra convencida de que  “es necesario atraer a los cristianos, no dejarles caer en el aburrimiento y, consecuentemente, en la desidia. Mi experiencia me dice que cuando se ofrece algo “nuevo”, se produce un efecto sorpresa y se genera interés. No es otra cosa que la curiosidad humana”.

Pero, ¿se puede hablar de un laicado maduro en la Iglesia? ¿Ha alcanzado su mayoría de edad?  “Quizá decir que ha llegado a su madurez sea demasiado, pero lo que sí está claro es que los laicos cada vez se hacen, nos hacemos, más preguntas; que el “porque sí” o “porque así lo dice la Iglesia” no es respuesta suficiente. Esto obliga a buscar respuestas y actitudes diferentes”, expone.

Comunión de los cristianos

En este sentido, subraya cómo Francisco  “anima e incluso empuja a los laicos a participar en las labores de Iglesia, entendiendo por Iglesia no la jerarquía, sino la comunión de todos los cristianos. Pero no creo que los laicos debamos simplemente esperar a que la jerarquía eclesiástica nos de pequeñas parcelas, en labores sustitutivas del clero”.

Entonces,  ¿cómo lograrlo? Alicia Castro opina que “humildemente  es nuestro deber dar pasos al frente, ofrecer nuestras capacidades, cada uno en su parcela. Pero nada de esto será posible sin formación, lo que aportemos debería ir, poco a poco, alejándose del voluntarismo y acercándose a la calidad”.

Un único Evangelio

Uno de los focos de atención del itinerario son los cuatro Evangelios. O uno… “Hay un único Evangelio, contado de cuatro maneras diferentes, en cuatro contextos socioculturales diferentes y en cuatro épocas históricas diferentes”, defiende Castro, que concreta cómo ve a cada uno de los evangelistas.

“Marcos es directo, a veces incluso rudo, pero es el primero y fundamento de los otros dos sinópticos; ya Mc 1,1, deja bien claro el asunto. Mateo y Lucas mejoran a Marcos, lo dulcifican, le añaden enseñanzas de Jesús (procedentes de la fuente Q). Mateo muy judío, pero se abre al mundo; Lucas muy griego, da importancia a la mujer, a la que Jesús no obvió, además, sin él no tendríamos fiestas tan importantes como la Ascensión, sin Lucas la tradición Navideña no sería lo que es. Juan es el resultado posterior, de una profunda reflexión de las comunidades primitivas, es un primer esfuerzo teológico (la fe que busca comprender) que nos muestra ya a ese Jesús en majestad”, explica.

Pero, ¿con cuál se queda la coordinadora del curso? “Si se me fuerza, diría que me atrae el “Evangelio tetramorfo”, me atrae la fuerza del mensaje y la incomparable cercanía a Dios que se testimonia en él. Los cuatro Evangelios dicen, al fin y a la postre, lo mismo: Jesús el Hijo de Dios hecho hombre que vino al mundo para acercarnos el amor de Dios, como diría Karl Rahner: es la máxima aproximación del hombre a Dios”.

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