Hoy jueves 7 de septiembre, el encuentro de Francisco con las directivas del CELAM se inició a las 14:45 hora local, 20 minutos antes de lo previsto en la agenda de su viaje apostólico a Colombia, y tuvo lugar en la Nunciatura Apostólica, en Bogotá. “De no haber sido por las exigencias de la agenda, hubiera querido encontrarlos en la sede del CELAM”, ha dicho a casi 50 obispos del Comité General de Coordinación que han estado reunidos desde el pasado lunes 5 en la capital colombiana, evaluando y proyectando la misión de la institución que es “referencia vital para la comprensión y la profundización de la catolicidad latinoamericana”, como ha referido el propio Francisco.
Antes de su intervención, el cardenal colombiano Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá y presidente del CELAM para el período 2015-2019, saludó al Papa en nombre de la Presidencia y de las comisiones episcopales de los siete Departamentos y del Centro de Estudios del CELAM (CEBITEPAL). “Esperamos con ansia su palabra que vendrá a iluminar nuestra esperanza y a llenar nuestro corazón de fuerza para ir recorriendo juntos el camino de la evangelización de nuestros pueblos”, dijo Salazar.
La última y única vez que Francisco se había encontrado personalmente con el Comité de Coordinación del CELAM, había sido durante la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro (el 28 de julio de 2013), cuando evocó “la herencia pastoral de Aparecida, último acontecimiento sinodal de la Iglesia Latinoamericana y del Caribe”, valorando la necesidad de aprender de su método “que se prolonga en la misión continental que quiere ser, no la suma de iniciativas programáticas que llenan agendas y también desperdician energías preciosas, sino el esfuerzo para poner la misión de Jesús en el corazón de la misma Iglesia”.
Hoy, en la primera parte de su discurso, Bergoglio repasó algunos de los temas abordados hace cuatro años y que han venido marcando los itinerarios de su Magisterio, al referirse a las “tentaciones, todavía presentes, de la ideologización del mensaje evangélico, del funcionalismo eclesial y del clericalismo”.
“No se puede reducir el Evangelio a un programa al servicio de un gnosticismo de moda, a un proyecto de ascenso social o a una concepción de la Iglesia como una burocracia que se autobeneficia, como tampoco esta se puede reducir a una organización dirigida, con modernos criterios empresariales, por una casta clerical”, subrayó Francisco, insistiendo en el “discipulado misionero”, en el imperativo de la cercanía y el encuentro con Dios y con el pueblo como un “permanente salir”.
Francisco no dudó en decir que “Aparecida es un tesoro cuyo descubrimiento todavía está incompleto”, coincidiendo con el parecer manifestado por algunos obispos durante la 36ª Asamblea General del CELAM, el pasado mes de mayo, cuando se celebraron los 10 años de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y otras efemérides que sirvieron de ejemplo al Papa para señalar la necesidad de estar atentos para que no sean “un monumento sino un patrimonio vivo”.
“Resulta mucho más cómodo transformarlas en recuerdos de los cuales se celebran los aniversarios: ¡50 años de Medellín!, ¡20 de Ecclesia in America!, ¡10 de Aparecida! En cambio, es otra cosa: custodiar y hacer fluir la riqueza de tal patrimonio”, enfatizó el Obispo de Roma.
Ante la dispersión interior y exterior que se constata en la fragmentación de la realidad, la instantaneidad y la velocidad del presente, “reencontrar la unidad es un imperativo”, aseveró Francisco, invitando al CELAM a “reencontrar el corazón de la misión de la Iglesia en América Latina en sus actuales circunstancias”, sin ceder al desánimo en la misión.
“¿Qué significa concretamente salir con Jesús en misión hoy en América Latina?”, preguntó el Papa a sus hermanos latinoamericanos, advirtiendo el peligro de perderse en los bizantinismos de los doctores de la ley. Por el contrario, aseguró, “el Evangelio es siempre concreto, jamás un ejercicio de estériles especulaciones”.
Ante la inaplazable urgencia de enfocar la misión de la Iglesia “al hombre en su situación concreta”, “cuerpo a cuerpo”, Francisco señaló que es necesario que los obispos “se metan día a día en el trabajo de campo, allí donde vive el Pueblo de Dios que les ha sido confiado”. Todavía fue más explícito cuando exigió que “no nos es lícito dejarnos paralizar por el aire acondicionado de las oficinas, por las estadísticas y las estrategias abstractas”.
Particularmente, el Papa destacó el multiforme rostro mestizo del pueblo latinoamericano –como Guadalupe y Aparecida– en su invitación a “trabajar sin cansarse para construir puentes, abatir muros, integrar la diversidad, promover la cultura del encuentro y del diálogo, educar al perdón y a la reconciliación, al sentido de justicia, al rechazo de la violencia y al coraje de la paz”.
También repitió las palabras que había pronunciado hace cuatro años –en esa oportunidad, refiriéndose al bioma panamazónico–: “La Iglesia no está en América Latina como si tuviera las maletas en la mano, lista para partir después de haberla saqueado, como han hecho tantos a lo largo del tiempo”.
Por el contrario, Bergoglio pidió a los obispos que “vigilen sobre la concretización de la esperanza” y no dudó en hacer énfasis en algunos rostros concretos: los jóvenes, las mujeres y los laicos.
El Papa pidió a los obispos no dejarse convencer por la caricaturización de los jóvenes en la sociedad: “Mírenlos a los ojos y busquen en ellos el coraje de la esperanza. No es verdad que estén listos para repetir el pasado. Ábranles espacios concretos en las Iglesias particulares que les han sido confiadas, inviertan tiempo y recursos en su formación”.
Asimismo, no dejó de referirse a la próxima Jornada Mundial de la Juventud que tendrá lugar en Panamá, en 2019, al decir que “en todos los jóvenes se esconde un istmo, en el corazón de todos nuestros chicos hay un pequeño y alargado pedazo de terreno que se puede recorrer para conducirlos hacia un futuro que sólo Dios conoce y a Él le pertenece”.
Por otra parte, al referirse al rostro femenino de la esperanza, acentuó que “sin las mujeres la Iglesia del continente perdería la fuerza de renacer continuamente. Son las mujeres que, con meticulosa paciencia, encienden y reencienden la llama de la fe”, y pidió: “Por favor, no pueden ser reducidas a siervas de nuestro recalcitrante clericalismo; ellas son, en cambio, protagonistas en la Iglesia latinoamericana”.
De manera similar, sobre los laicos reiteró que “es un imperativo superar el clericalismo que infantiliza a los Christifideles laici y empobrece la identidad de los ministros ordenados”. “Y algo más, la esperanza debe siempre mirar al mundo con los ojos de los pobres y desde la situación de los pobres”.
Concluyó el Papa con un llamado a recuperar la pasión: “Si queremos servir desde el CELAM, a nuestra América Latina, lo tenemos que hacer con pasión. Hoy hace falta pasión”. “Hermanos, por favor, les pido pasión, pasión evangelizadora”, insistió.
Al concluir el encuentro, Francisco se desplazaba hacia el Parque Simón Bolivar para la celebración de su primera Eucaristía en Colombia. Los obispos del CELAM, por su parte, lo acompañaron como concelebrantes.