Francisco en Villavicencio: “Nos toca a nosotros decir sí a la reconciliación”

  • El Papa beatifica a dos mártires de la violencia en Colombia: el obispo Jaramillo y el cura de Armero
  • “Cuando las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz”, subraya en la homilía
  • Homilía íntegra del papa Francisco en Villavicencio

El Papa Francisco, en la beatificación del obispo Jaramillo y del cura de Armero en Villavicencio,

Antes del amanecer, miles de personas comenzaron a llegar a Catama, para la misa del Papa en Villavicencio, segunda estación de su viaje apostólico bajo el signo de la reconciliación.

Pasadas las 8:30, mientras el avión de Avianca trasladaba al obispo de Roma proveniente de Bogotá, las imágenes de los drones que sobrevolaban la capital del departamento del Meta mostraban a la multitud como un manto blanco cada vez más extenso.

La eucaristía fue el escenario de la beatificación del obispo mártir de Arauca, Jesús Emilio Jaramillo, y del sacerdote Pedro María Ramírez, párroco de Armero (Tolima). El primero fue asesinado por miembros de la guerrilla del ELN en 1989; el segundo, por liberales, en 1948, víctima de los crímenes de odio que siguieron al asesinato del líder político Jorge Eliécer Gaitán.

Villavicencio ofreció al mundo el rostro de una región capaz de hacer gala de su más genuina cultura llanera y Francisco se mostró cómplice con todos estos gestos de inculturación del Evangelio.

La tentación del espiritualismo evasivo

Durante la homilía, el papa Francisco tuvo como punto de partida la festividad del nacimiento de la Virgen María y exaltó la belleza del paisaje llanero, con la diversidad de sus pueblos indígenas, muchos de ellos presentes en la ceremonia. De hecho, un pequeño grupo pudo saludarle en el altar al comienzo de la misa.

“Nuestra salvación no es una salvación aséptica, de laboratorio, sino concreta, de vida que camina”, afirmó, al iniciar su comentario al texto del evangelio: la genealogía de Jesús según Mateo. Al considerar que somos parte de una extensa historia, invitó a no pretender excesivos protagonismos y a huir de la tentación de “espiritualismos evasivos”.

Se detuvo en la presencia de las mujeres en la genealogía de Jesús y les dedicó un acercamiento especial, para decir que “en comunidades donde todavía arrastramos estilos patriarcales y machistas es bueno anunciar que el Evangelio comienza subrayando mujeres que marcaron tendencia e hicieron historia”.

Jóvenes en la misa del Papa en Villavicencio, en Colombia, el 8 de septiembre de 2017

Un grupo de jóvenes, durante la multitudinaria misa en Villavicencio

Esta mención reitera una idea presente también en la jornada anterior: la importancia de reconocer el protagonismo femenino y respetar a la mujer. “Sin las mujeres la Iglesia del continente perdería la fuerza de renacer continuamente”, había dicho, frente a los obispos del CELAM.

Con su mirada puesta en la multitud, que se agolpó en Villavicencio para encontrarlo, recordó que son las mujeres, en la genealogía de Jesús, las que anuncian que por las venas del hijo de María corre sangre pagana, “las que recuerdan historias de postergación y sometimiento”.

Antes de pasar a hablar específicamente de Colombia, en relación con el texto, dijo que “en este mundo donde la violencia psicológica, verbal y física sobre la mujer es patente, José se presenta como figura de varón respetuoso”.

Decir sí, como María

“¿Cuáles son los caminos de la reconciliación?”, preguntó a la multitudinaria asamblea. “Este pueblo de Colombia es pueblo de Dios; también aquí podemos hacer genealogías llenas de historias, muchas de amor y de luz; otras de desencuentros, agravios, también de muerte. ¡Cuántos de ustedes pueden narrar destierros y desolaciones!, ¡cuántas mujeres, desde el silencio, han perseverado solas y cuántos hombres de bien han buscado dejar de lado enconos y rencores, queriendo combinar justicia y bondad!”. Una exégesis que tomó en consideración la vida del territorio desde el cual hablaba, uno de los que en el país más han sufrido por cuenta de la violencia.

Puso a la Sagrada Familia como ejemplo para dejar que entre la luz en medio de una historia de desencuentros. María dijo sí a la historia completa, no a una parte; José dejó de lado pasiones y orgullos; Jesucristo abrazó esa historia y se hizo cargo de ella.

Después de esta consideración ahondó su reflexión sobre la reconciliación, junto a la paz, columna vertebral de su llegada a Colombia como peregrino. “Reconciliarse es abrir una puerta a todas y a cada una de las personas que han vivido la dramática realidad del conflicto”.

Contundente. Repitió algo que ya había dicho a los colombianos en uno de sus pronunciamientos desde el Vaticano: “Cuando las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz”. Para Francisco, todo esfuerzo de paz sin un compromiso sincero de reconciliación será un fracaso.

Volviendo al Evangelio, en que se llama a Jesús “Emmanuel” (Dios con nosotros), Francisco recordó la promesa del Resucitado: “Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo”. Según el Papa, esa promesa se cumple también en Colombia, con personas como monseñor Jesús Emilio Jaramillo y el padre Pedro María Ramírez, “expresión de un pueblo que quiere salir del pantano de la violencia y el rencor”.

La homilía concluyó haciendo énfasis en el sí que los colombianos tienen que dar a la reconciliación, una reconciliación que incluya a la naturaleza. “No es casual que incluso sobre ella hayamos desatado nuestras pasiones posesivas, nuestro afán de sometimiento”.

Citó la letra de una canción de Juanes, Minas Piedras: “Los árboles están llorando, son testigos de tantos años de violencia. El mar está marrón, mezcla de sangre con la tierra”, antes de concluir con una reflexión sobre la violencia, en línea ecológica. Ésta también se manifiesta, según Francisco, “en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes”.

“Nos toca decir sí como María”, concluyó.

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