Con una celebración Eucarística en la Estación Migratoria de Iztapalapa, la cual fue presidida por el Nuncio Apostólico en México, monseñor Franco Coppola, la Arquidiócesis Primada cerró la Jornada del Migrante y del Refugiado 2017, que inició hace una semana en la Catedral Metropolitana de México con una Misa presidida por el cardenal Norberto Rivera Carrera.
A la ceremonia religiosa de este jueves 7 de septiembre, que tuvo lugar en un espacio abierto de este centro de detención, asistieron unas cien personas de ambos sexos, incluso niños, de diferentes nacionalidades, principalmente centroamericanos y africanos, provenientes estos últimos del Congo y Camerún.
El Nuncio Apostólico destacó la cercanía del papa Francisco con los migrantes y refugiados, y calificó este tema como una de las prioridades de la Iglesia católica; habló del mensaje que dio el Santo Padre con motivo de la Jornada del Migrante 2017 y destacó los 20 puntos prácticos que ha propuesto el Santo Padre para acompañar a los migrantes.
Monseñor Franco Coppola pidió a los presentes tener fe y esperanza en Jesús, y destacó que la Iglesia católica ve a todos los migrantes como hermanos y personas, a quienes reconoce en toda su dignidad y valor.
Al término de la ceremonia religiosa, Mons. Coppola obsequió unos 200 paquetes básicos de higiene entre los asistentes, y visitó tanto la sección varonil como la femenina, conviviendo con los internos y brindado acompañamiento y comprensión de pastor.
Por su parte, la Hermana Arlina Barral Arellano, responsable de la Pastoral de los Migrantes y Refugiados de la Arquidiócesis Primada de México, dijo que la sociedad debe cambiar de mentalidad porque en la práctica, no se palpa una sincera acogida a los migrantes.
Es necesario –dijo– “dejar de ver a estas personas únicamente como extranjeras, ‘ilegales’ o diferentes; esto como un primer paso para lograr su aceptación y plena integración en la sociedad”.
Finalmente, aseguró que esa igualdad no sólo va dirigida hacia el plano jurídico o social, sino que también deben ser abrazados con el corazón y con la mente, y recordó que la Sagrada Familia de Nazareth fue migrante en Egipto cuando el rey Herodes quería matar al Niño Jesús.