Colombia

Francisco en Medellín: “La renovación no nos debe dar miedo”





Ríos de gente de Medellín y del oriente colombiano –principalmente– esperaron con alegría, paciencia y perseverancia la apertura del aeropuerto Enrique Olaya Herrera a las 18:45 hora local de ayer, cuya pista se adaptó para la misa campal con el papa Francisco.

Ni la lluvia logró frenar los ímpetus de la multitud que continuó llegando durante toda la noche y participó en la vigilia de oración preparada por la arquidiócesis de Medellín. Cuando se cerraron los ingresos, a las 7:00 de hoy sábado 9 de septiembre, se supo que el número de asistentes había superado las expectativas: ¡1.293.000 personas! sin contar a quienes se quedaron por fuera y tuvieron que conformarse con seguir la Eucaristía en pantalla gigante.

El segundo Papa que visita a Medellín

No es la primera vez que un Papa pisa tierras paisas. Ya 31 años atrás, san Juan Pablo II también fue testigo del ‘caudal religioso’ que corre por el Valle de Aburrá, cuando visitó la ciudad de ‘la eterna primavera’, en la quinta jornada de su viaje apostólico a Colombia –el 5 de julio de 1986–, con una agenda similar a la de Francisco. En esa oportunidad, el Papa polaco estuvo en el mismo aeropuerto donde Bergoglio celebró la misa, se reunió con la vida religiosa y los seminaristas en la Catedral Metropolitana, y se encontró con el pueblo en el estadio Atanasio Girardot.

A su llegada a la base aérea de Rionegro, proveniente de Bogotá, Francisco se trasladó a Medellín por tierra, y no en helicóptero como se había previsto, debido a las condiciones climáticas. En el Olaya Herrera fue recibido cálidamente con pañuelos blancos y aplausos, luego de recibir la bienvenida del arzobispo Ricardo Tobón y de las autoridades de la ciudad, quienes le acogieron con carrier, poncho y sombrero aguadeño –símbolos regionales– que el Papa no dudó en vestir por algunos instantes.

Tierra de vocaciones

La lluvia mañanera no opacó los ánimos ni las 300 voces de los niños, jóvenes y adultos de la red de escuelas musicales de Medellín y del coro Musicreando, que solemnizaron la celebración que inició a las 11:00 horas, con media hora de atraso –por el clima–, concelebrada por unos 2.200 sacerdotes y obispos. No se puede olvidar que esta es una de las regiones más fecundas vocacionalmente en Colombia.

En el altar, colmado de flores y silletas, una de las tradiciones más entrañables del pueblo antioqueño, sobresalía el Cristo de la Esperanza –obra de Cristóbal Gaviria– y el Cuadro de la Virgen de la Candelaria, que data desde la fundación de Medellín. Muy cerca se encontraban 300 enfermos, 100 personas con discapacidad auditiva y 62 reclusos.

El discipulado no es algo estático

“La vida cristiana como discipulado” fue el tema de la homilía de la tercera eucaristía de Francisco en Colombia, quien no guardó palabras para referirse a la vocación de la Iglesia, que demanda “mucho más que una receta, una norma establecida”.

“Ir detrás de Jesús supone otras prioridades, otras consideraciones para servir a Dios”, aseguró el Papa, enfatizando tres actitudes prioritarias para el seguimiento de Jesús: ir a lo esencial, renovarse e involucrarse.

Ir a lo esencial, explicó Francisco, es “ir a lo profundo, a lo que cuenta y tiene valor para la vida”. En este sentido, “el discipulado no es algo estático, sino un continuo camino hacia Cristo”, “un permanente aprendizaje” con todas sus implicaciones.

En torno a la segunda palabra, el Papa enfatizó que, así como Jesús ‘zarandeaba’ a los doctores de la ley, “la Iglesia es ‘zarandeada’ por el Espíritu para que deje sus comodidades y sus apegos. La renovación no nos debe dar miedo. La Iglesia siempre está en renovación: Ecclesia semper reformanda”.

Todavía fue más específico el Obispo de Roma al decir que “en Colombia hay tantas situaciones que reclaman de los discípulos el estilo de vida de Jesús, particularmente el amor convertido en hechos de no violencia, de reconciliación y de paz”, palabras que arrancaron un estremecedor aplauso en el Olaya Herrera.

“La Iglesia no es una aduana”

De igual forma, refiriéndose a la necesidad que tiene la Iglesia de involucrarse, Francisco increpó a saciar el hambre de Dios de tanta gente que “quizás no venga porque con nuestras actitudes se la hemos despojado”.

“Nosotros somos simples servidores y no podemos ser quienes impidamos ese encuentro”, recordó el Papa. “Hermanos, la Iglesia no es una aduana; quiere las puertas abiertas porque el corazón de su Dios está no solo abierto, sino traspasado por el amor que se hizo dolor”.

Al final de su homilía, Francisco no dejó de hacer mención al documento de Medellín “que nació en estas tierras”, cuando se refirió al método ver, juzgar y actuar, como camino para la formación de los discípulos misioneros “que saben ver, sin miopías heredadas; que examinan la realidad desde los ojos y el corazón de Jesús, y desde ahí la juzgan. Y que arriesgan, actúan, se comprometen”.



50 años de Medellín

Una vez concluyó la eucaristía, Francisco se desplazó hacia el Seminario Conciliar donde hace casi 50 años se celebró la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano.

Allí almorzará y descansará antes de retomar su agenda, en horas de la tarde, cuando visitará a los niños del Hogar San José, una de las obras sociales más significativas de la arquidiócesis de Medellín, y se encontrará con las religiosas, los religiosos, los sacerdotes y los seminaristas en La Macarena. [Programa oficial del viaje apostólico]

¡Medellín está de fiesta con Francisco!

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