Cartagena es la joya de la corona colombiana, su polo mayor de atracción turística; no es la sede del poder político como Bogotá, ni tiene la pujanza económica de Medellín, pero su centro histórico amurallado forma parte de la lista del Patrimonio artístico de la Humanidad.
Pero Francisco, hoy domingo 10 de septiembre, no llega a la ciudad, llamada la “heroica”, por ninguno de esos títulos, sino porque desde 1985 el Congreso de Colombia la declaró sede de los Derechos Humanos. Cartagena fue durante los siglos de la ocupación española “puerto de permisión” (legal) para la importación de esclavos provenientes del África occidental y central; se calcula que en las épocas de mayor actividad cada año se desembarcaba a en torno 12.000 esclavos destinados a trabajar en las minas, la agricultura o las faenas domésticas.
El jesuita español Pedro Claver fue ordenado sacerdote en Cartagena de Indias en 1616 y sus superiores le hicieron responsable del apostolado de la población negra. El día de su profesión definitiva en la Compañía de Jesús se declaró “siervo siempre de los esclavos”; se entregó a su tarea con tal ardor que espiaba la llegada de los barcos que traían a los esclavos africanos, les ayudaba material y espiritualmente, les devolvía su dignidad de seres humanos.
Francisco, que llega a Cartagena de Indias a las 10:00 hora local (17:00 horas en España) rendirá homenaje a Pedro Claver, venerará sus restos y recordará que hoy en Colombia y en todo el mundo millones de personas son vendidos y tratados como esclavos.