1.- “Este encuentro me ofrece la oportunidad para expresar el aprecio por los esfuerzos que se hacen, a lo largo de las últimas décadas, para poner fin a la violencia armada y encontrar caminos de reconciliación”.
2.- “Se necesitan leyes justas que puedan garantizar esa armonía y ayudar a superar los conflictos que han desgarrado esta nación por décadas”.
3.- A los jóvenes: “Mantengan viva la alegría, es signo del corazón joven, del corazón que ha encontrado al Señor. Nadie se la podrá quitar. No se la dejen robar”.
4.- “¡Cuánto los necesita Colombia para ponerse en los zapatos de aquellos que muchas generaciones anteriores no han podido o no han sabido hacerlo, o no atinaron con el modo adecuado para lograr comprender!”.
5.- “Busquen con perseverancia la comunión entre ustedes. No se cansen de construirla a través del diálogo franco y fraterno, condenando como peste las agendas encubiertas”.
6.- “Los invito a no tener miedo de tocar la carne herida de la propia historia y de la historia de su gente (…). Colombia tiene necesidad de su mirada propia de obispos, para sostenerla en el coraje del primer paso hacia la paz definitiva, la reconciliación”.
7.- “La Iglesia no está en América Latina como si tuviera las maletas en la mano, lista para partir después de haberla saqueado, como han hecho tantos a lo largo del tiempo “.
8.- “[Las mujeres] no pueden ser reducidas a siervas de nuestro recalcitrante clericalismo; ellas son, en cambio, protagonistas en la Iglesia latinoamericana”.
9.- “Es un imperativo superar el clericalismo que infantiliza a los ‘Christifideles laici’ y empobrece la identidad de los ministros ordenados”.
10.- “Si queremos servir desde el CELAM a nuestra América Latina, lo tenemos que hacer con pasión. Hoy hace falta pasión. Poner el corazón en todo lo que hagamos”.
11.- “En Bogotá y en Colombia peregrina una inmensa comunidad, que está llamada a convertirse en una red vigorosa que congregue a todos en la unidad, trabajando en la defensa y en el cuidado de la vida humana, particularmente cuando es más frágil y vulnerable”.
12.- “Cuando las víctimas vencen la comprensible tentación de la venganza, se convierten en los protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz. Es necesario que algunos se animen a dar el primer paso en tal dirección, sin esperar que lo hagan los otros. ¡Basta una persona buena para que haya esperanza! ¡Y cada uno de nosotros puede ser esa persona!”
13.- “También hay esperanza para quien hizo el mal; no todo está perdido. Jesús vino para eso, hay esperanza para el que hizo el mal”.
14.- “La verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia. Las tres juntas son esenciales para construir la paz (…). Colombia, abre tu corazón de pueblo de Dios y déjate reconciliar. No le temas a la verdad ni a la justicia. Queridos colombianos: no tengan miedo a pedir y a ofrecer el perdón”.
15.- “La renovación no nos debe dar miedo. La Iglesia siempre está en renovación —Ecclesia semper reformanda—.
16.- “La Iglesia no es una aduana (…) No podemos ser cristianos que alcen continuamente el estandarte de ‘prohibido el paso’, ni considerar que esta parcela es mía, adueñándome de algo que no es absolutamente mío. La Iglesia no es nuestra, hermanos, es de Dios. (…) Nosotros somos simples ‘servidores’ y no podemos ser quienes impidamos ese encuentro con Jesús”.
17.- “Ver sufrir a los niños hace mal al alma porque los niños son los predilectos de Jesús. No podemos aceptar que se les maltrate”.
18.- “’¿Qué le puedo decir yo a un compañero mío joven que es ateo, que no cree? ¿Qué argumento le puedo dar?’. Y a mí se me ocurrió responder: ‘Lo último que tienes que hacer es decirle algo. Empieza a hacer, empieza a comportarte de tal manera que la inquietud que él tiene dentro le provoque que te pregunte, y ahí tú puedes empezar a decirle algo’”.
19.- “Guay el religioso, el consagrado, el cura, la monja que vive con cara de estampita. Guay. Todos somos pecadores y necesitamos del perdón y la misericordia de Dios para levantarnos cada día”.
20.- “Todavía hoy, en Colombia y en el mundo, millones de personas son vendidas como esclavos, o bien mendigan un poco de humanidad, un momento de ternura, se hacen a la mar o emprenden el camino porque lo han perdido todo, empezando por su dignidad y por sus propios derechos”.
21.- “Nada podrá reemplazar ese encuentro reparador; ningún proceso colectivo nos exime del desafío de encontrarnos, de clarificar, perdonar”.