Con “ilusión y optimismo”. Con ese espíritu acaban de abrir sus puertas los 400 centros de Escuelas Católicas de Andalucía para acoger a una comunidad educativa formada por 225.000 alumnos (el 18,2% del total) y 16.000 profesionales.
Sin embargo, como señala a Vida Nueva su presidente, Carlos Ruiz, “sabemos que no será fácil porque las dificultades por parte de la Administración andaluza no cesan“.
La no renovación de conciertos, el recorte de horas en la asignatura de religión católica o su no inclusión en el bachillerato son algunos de los puntos de fricción que han hecho que la escuela concertada andaluza se echase a la calle el curso pasado para reivindicar el derecho que consagra la Constitución a elegir el tipo de educación que los padres quieren para sus hijos.
Por ello, de cara a los desafíos que se presentan para este nuevo curso, Carlos Ruiz invita a la nueva consejera de Educación de la Junta, Sonia Gaya, a “tener la habilidad de serenar un ambiente educativo crispado. Se ha cometido el error de hacer de la educación un debate de políticos, entre pública y concertada, que es ficticio y que muy poco tiene que ver con la realidad”.
Al secretario general de Escuelas Católicas de Andalucía le gustaría que la consejera “escuchara más a los padres y madres de alumnos”, porque lo que quieren, “”con independencia de su perfil ideológico y respectivas creencias, es que sus hijos tengan una buena formación, que se les trasmitan unos valores y que adquieran una ‘disciplina’ que les sirva de base para conseguir sus metas. Este es precisamente el gran debate que hay que afrontar y no distraernos con lo que nos divide y separa, en lugar de lo que nos une“.
Asimismo, Ruiz considera necesario “abordar un debate sereno sobre la calidad educativa””en Andalucía. “Se ha hecho un gran esfuerzo en el terreno educativo”, reconoce, pero “habrá que admitir también que algunas cosas se han podido hacer mejor, y no siempre por falta de recursos suficientes”.
En este sentido, considera que tienen que ser “más autocríticos y valientes, y si un centro no tiene demanda, pudiendo tenerla, habrá que preguntarse cuál o cuáles son los motivos y qué es lo que está fallando; si los resultados académicos, teniendo en cuenta las circunstancias, no son los deseables, habrá que reflexionar y cuestionarse lo que hacemos y cómo lo hacemos. No podemos atrincherarnos en falsas cuestiones ideológicas para esconder la realidad de nuestro fracaso mediante argumentos injustificables”.
El secretario general considera también “fundamental” consolidar la complementariedad de redes. “Escuelas Católicas –afirma– siempre ha rehuido la confrontación entre pública y concertada, apostando por un equilibrio entre ambas redes”, porque “no podemos prescindir de los conciertos educativos , que tanto han contribuido en la mejora de la educación española, en general, y la andaluza, en particular”.
Y es que, en su opinión, “los conciertos, además de favorecer la escolarización en todas las etapas y promover la igualdad de oportunidades, son el único instrumento que las familias más desfavorecidas tienen para ejercer la libertad de elección de centro”.
En todo caso, añade, “habrá que seguir trabajando para que los profesionales y alumnos de ambas redes gocen de los mismos derechos. Solo así, junto con una financiación adecuada de los conciertos, podremos hablar de libertad e igualdad de oportunidades”.
Para conseguir estos objetivos, el secretario general de la concertada católica andaluza estima también muy necesario “trabajar por un acuerdo educativo en Andalucía y un pacto educativo a nivel estatal que dé a nuestro sistema educativo de una estabilidad muy necesaria”.
A pesar de todo esto, comienzan el curso “con ilusión y optimismo”. Como reconoce Ruiz, “nos estimula y nos da fuerza saber que las familias confían en nosotros, en el proyecto educativo e ideario cristiano. La alta demanda de los centros de Escuelas Católicas se basa fundamentalmente en la calidad de enseñanza que se imparte y en los valores que se transmiten”.
Pero no olvida las dificultades por las que han atravesado durante el curso pasado, y que, finalmente, ha acabado afectando a tres unidades y a otra con medidas cautelares. Y cuenta el detalle de un centro de Cádiz “con una demanda de 56 solicitudes para 50 plazas escolares en Infantil, y que la Consejería pretendía cerrar una unidad para dejar solo a 25 niños, con la finalidad de poder mantener centros públicos, prácticamente vacíos”. “Lógicamente, el juzgado ha dado una suspensión cautelar, manteniendo las dos unidades, hasta un máximo de 50 años, que le corresponde”.
Un detalle este que considera muy ilustrativo, porque “tenemos el pleno convencimiento de que si nuestra organización, con toda su comunidad educativa, no se hubiera movilizado en los meses previos a la salida de conciertos, los resultados hubieran sido otros“.
En este sentido, Carlos Ruiz apela al compromiso de la comunidad educativa en la defensa de sus derechos. “Hoy más que nunca, su voz, fundamentalmente la de los padres y madres de nuestros alumnos, es imprescindible en la defensa de la libertad de enseñanza, amparada en el artículo 27 de nuestra Constitución. Mientras que tengamos demanda, siempre tendremos mayor fuerza para defender lo que es justo“, asegura.