Desde hoy 15 de septiembre y hasta el próximo domingo 17, se desarrolla en Bogotá el II Seminario de Carisma y Laicado, de la Confederación Latinoamericana de Religiosas y Religiosos (CLAR), que en esta oportunidad reflexionará sobre “la vida y la misión compartida”. En diálogo con Vida Nueva, la religiosa mexicana Mercedes Casas Sánchez, presidenta de la CLAR, se refiere al protagonismo de los laicos en la Iglesia latinoamericana.
PREGUNTA.- ¿De dónde surge el interés de la CLAR por llevar adelante una reflexión que anime la vida y la misión compartida entre religiosos y laicos?
RESPUESTA.- Surge de la realidad misma de la Iglesia, donde las y los laicos han ido tomando mayor conciencia de su consagración bautismal y de la misión que tienen en la Iglesia desde su estilo de vida. Como vida consagrada somos conscientes de que “juntas y juntos somos más”, y nos necesitamos mutuamente para evangelizar y testimoniar al mundo un nuevo rostro de Dios.
P.- ¿Misión compartida y carismas compartidos?
R.- Los carismas que hemos recibido en las congregaciones religiosas no son monopolio nuestro, sino que son dados de igual manera y con igual intensidad a nuestros hermanos laicos que se sienten atraídos por ellos. Además, los carismas se enriquecen con la vivencia laical. Los laicos nos enseñan a los consagrados nuevas maneras de vivir el carisma. Ante la escasez de vocaciones el Espíritu nos lleva a potenciar nuestra presencia carismática no sólo como religiosas/os sino también como laicas/os.
P.- ¿Qué representan los laicos en este momento de la vida consagrada de América Latina y el Caribe?
R.- Una gran fuerza carismática, una esperanza enorme de que el carisma es más que una congregación religiosa. Las y los laicos que asumen el carisma, que responden a él, hacen posible que perdure en el tiempo y en el espacio, y que ese carisma siga siendo presencia de Reino y camino de seguimiento de Jesús. En América Latina y el Caribe, así como en la Iglesia de hoy, se ha ido constatando la presencia de los carismas congregacionales no solo en religiosas y religiosos, sino también en laicas y laicos, de modo cuantitativo y cualitativamente se hace más notable. Las diversas experiencias hacen constatar que es otra la vida religiosa y es otra la vida laical cuando un carisma se comparte.
P.- ¿Qué pasos se están dando desde la CLAR para promover el protagonismo de los laicos en la Iglesia?
R.- El tiempo nos ha hecho comprender y ayudado a dar el paso del interés por las y los laicos como recurso para la supervivencia de las obras, al reconocimiento de su protagonismo en la vitalidad de los carismas. Concretamente estamos llevando a cabo seminarios de carisma y laicado a nivel continental y local, y se están conformando comisiones locales y regionales en este sentido. También venimos promoviendo la reflexión teológica sobre este tema en algunas revistas y encuentros de junta directiva.
P.- ¿Cómo sostener o promover experiencias conjuntas, de carácter ‘ínter-‘ (inter-congregacional, inter-generacional, inter-institucional), al servicio de la Iglesia latinoamericana?
R.- Es necesario continuar motivando en este sentido a las conferencias de la CLAR. Los seminarios son un espacio muy valioso para compartir experiencias y enriquecernos mutuamente. Los mínimos necesarios serían las conferencias nacionales, en donde se formaran comisiones o redes para compartir el caminar, enriquecerse con las distintas experiencias y se construyan espacios comunes de formación de laicas y laicos, por ejemplo.
P.- ¿Qué se pretende con el II Seminario de Carisma y Laicado?
R.- Dar continuidad al primer seminario, lo que significa compartir la vida y misión de la vida consagrada con las y los laicos llamados a una vocación particular, para lo cual se ofrecerán reflexiones teológicas que iluminen los distintos contextos donde estamos, se presentarán experiencias de los caminos que se están haciendo, se fortalecerán y elaborarán las líneas de acción necesarias para continuar. La finalidad es que a través de este seminario continental se elaboren las líneas de acción que den continuidad a las experiencias en las que se comparte la vida y misión de las y los consagrados con laicos y laicas que participan de los carismas congregacionales.