El papa ha vuelto a rezar el Ángelus desde el balcón de su despacho en el palacio Apostólico, este domingo 17 de septiembre, tras haberlo hecho la semana pasada en la Iglesia de San Pedro Claver en Cartagena de Indias, durante su viaje a Colombia.
A los fieles habituales, se han sumado este domingo los participantes en la carrera “Via Pacis”, con meta en la Plaza de San Pedro y que ha transcurrido por los lugares de culto principales de las diferentes confesiones presentes en Roma. La entrega de medallas se realizó unos minutos antes del mediodía. “Deseo que esta iniciativa cultural y deportiva pueda favorecer el diálogo, la convivencia y la paz”, ha expresado el pontífice.
A partir de la liturgia del día, Francisco ha reflexionado sobre la enseñanza de Jesús sobre el perdón, “que no niega lo que se ha hecho mal, sino que reconoce que el ser humano, creado a imagen de Dios, es siempre mayor que el mal que comete”, apuntó. “A Pedro le parecía mucho perdonar siete veces y a veces a nosotros nos cuesta perdonar dos veces…”, bromeó el pontífice.
A partir de la parábola del rey misericordioso y el siervo despiadado que fue perdonado y se niega a perdonar, el Papa ha señalado “la actitud incoherente de este siervo que es también la nuestra cuando rechazamos el perdón de nuestros hermanos”, “mientras que el rey de la parábola es la imagen de Dios que nos ama con un amor tan lleno de misericordia para acogernos, amarnos y perdonarnos continuamente”.
Francisco ha señalado que Dios en el Bautismo perdona el “pecado original” y como “después, con una misericordia sin límites, Él nos perdona todas las faltas como sólo mostrar un pequeño signo de arrepentimiento”.
“Cuando estamos tentados a cerrar el corazón a los que nos han ofendido y nos piden perdón, recordemos las palabras del Padre celestial al sirviente que no perdona: Yo te perdoné toda aquella deuda porque me lo han pedido. ¿No tendrías también misericordia de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”, propuso el Papa. Para Bergoglio “cualquiera que haya experimentado la alegría, la paz y la libertad interior que viene de ser perdonado puede abrirse a la posibilidad de perdonar a su vez”.
También ha puesto el pontífice en relación “el perdón que pedimos a Dios con el perdón que debemos dar a nuestros hermanos”, tal como se pide en el Padre Nuestro. “El perdón de Dios es el signo de su abrumador amor por cada uno de nosotros; es el amor que nos deja libres de alejarnos, como el hijo pródigo, pero que espera nuestro regreso todos los días; es el amor emprendedor del pastor por las ovejas perdidas; es la ternura la que da la bienvenida a cada pecador que llama a su puerta”, resaltó el Papa. Y concluyó reflexionando que “el Padre Celestial está lleno de amor y quiere ofrecerlo, pero no puede hacerlo si cerramos nuestros corazones al amor por los demás”.