Este fin de semana, El Español ha publicado un amplio reportaje titulado ‘¡Hay que volar la Sagrada Familia! La obsesión del Daesh con el templo cristiano’, en el que el periodista habla con especialistas en yihadismo para entender por qué la basílica católica está continuamente en el punto de mira de los terroristas; por ejemplo, los autores materiales de los atentados de agosto en Barcelona y Cambrils confesaron al juez que ese era su primer objetivo.
Habría tres razones principales. “De haber conseguido atentar contra la basílica, hubiese sido la primera vez que el Daesh atacaba un templo cristiano en Europa”, se dice en el reportaje, que se detiene en la significatividad de esta como símbolo no solo de Barcelona o de Cataluña, sino también símbolo “del cristianismo en Europa”. Además, es “la segunda iglesia más visitada de Europa después de la basílica de San Pedro en Roma”, por lo que acabar con ella sería “dinamitar una línea de flotación”, como es la del turismo en España. Y una tercera razón apuntaría a “acrecentar el sentimiento islamófobo entre la población cristiana para que se acabe de desarrollar una fractura social contra los musulmanes”.
Habría un cuarto motivo, y es cómo la repercusión global de acabar con un monumento como este calaría en los jóvenes que están en proceso de radicalización. “Ahora mismo, uno de los mensajes que difunden desde Estado Islamico es que el atentado en la Sagrada Familia no se llevó a cabo únicamente porque hubo un accidente”, señala uno de los expertos consultados.
Burundi está sufriendo una crisis política –y por extensión social– que supera ya los dos años, desde que en abril de 2015 el presidente Pierre Nkurunziza, anunciara que se volvía a presentar a las elecciones para un tercer mandato, lo cual está en contra de la Constitución. En julio de ese año Nkurunziza ganó las elecciones y se recrudeció una oleada de violencia que provocó, entre otras cosas, la muerte de entre 500 y 2.000 personas, cientos de desaparecidos y torturados, y el éxodo de 425.000 burundianos a países vecinos.
Al término de su reciente Asamblea Plenaria, los obispos de Burundi han publicado un mensaje final que se leyó en todas las parroquias del país, en el que se asegura que “el diálogo inclusivo es la única forma de reencontrar la paz”, informa la Agencia Fides.
Invocando el interés de la nación, invitan “a todos los involucrados en la crisis a participar en el diálogo bajo la mediación de un facilitador”, pero no dejan de manifestar su preocupación “porque parece que es difícil de lograr”…
La todavía misteriosa desaparición de Emanuela Orlandi, hija de un empleado vaticano, en 1983, sigue dando alas a teorías y elucubraciones de todo tipo. La última, un documento que acaban de publicar los diarios italianos Repubblica y Corriere della Sera, y según el cual la Santa Sede estaría detrás del secuestro de la joven Emanuela, hasta el punto de gastarse cerca de 483 millones de liras (unos 375.000 euros) para mantenerla fuera de Italia. Lo cuenta hoy lunes 18 de septiembre Andrea Tornielli en Vatican Insider.
El documento –que, según se admite en las informaciones, podría ser falso– es el anticipo de un nuevo libro del periodista de L’Espresso Emiliano Fittipaldi (autor de la obra que destapó los escándalos financieros del Vaticano y dio lugar al Vatileaks). Fechado en 1988, en papel sin membrete oficial, sello ni firmas manuscritas, el escrito lo habría redactado el cardenal Lorenzo Antonetti, presidente de la APSA (Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica) y lo habría remitido al entonces Sustituto de la Secretaría de Estado, Giovanni Battista Re, para conocimiento del entonces secretario para las Relaciones con los Estados, Jean Louis Tauran.
Junto a la carta, se habrían enviado 197 páginas de facturas y justificantes (que ya no existen), incluido un informe sobre los gastos que el Vaticano habría tenido para ocuparse del secuestro de Emanuela. Al parecer, explica Vatican Insider, el texto procede del archivo de Lucio Vallejo Balda, el sacerdote español procesado por el Vatileaks 2, archivo que habría sido robado en marzo de 2014.
Para el portavoz vaticano Greg Burke, se trata de una “reconstrucción falsa y ridícula”. En la semana de su elección, Francisco celebró misa en la parroquia vaticana de Santa Ana y saludó personalmente al hermano Pietro Orlandi y a la madre, María. A ellos les aseguró que conocía bien la historia y señaló que “Emanuela está en el cielo, rezaremos por ella”.