Con motivo de las celebraciones de las Fiesta Patrias, la catedral metropolitana de Santiago de Chile acogió ayer la celebración del último Tedeum ecuménico al que asiste la presidenta Michelle Bachelet , ya que abandonará su cargo en marzo de 2018.
No se trata de un acto público más, en tanto que tenía lugar tan solo una semana después de que la jefa del Estado chileno fuera insultada al asistir a otra celebración similar en un templo evangélico después de la aprobación de la ley del aborto y la reforma prevista para dar luz verde al matrimonio homosexual.
La situación no se repitió en la catedral. Bachelet fue recibida con un aplauso cerrado. El tono que utilizó el cardenal arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, también ayudó a calmar los ánimos. Y eso que Ezzati no rebajó un ápice su oposición a las reformas legislativas de Bachelete “Respetuosos de la legislación que el Estado se ha dado”, sí planteó sus diferencias con los cambios normativos “con voz clara y humilde a la vez”.
“Reiteramos que es tan grande el valor de una vida humana y, es tan inalienable el derecho a la vida de un niño inocente que crece en el seno de su madre”, manifestó el purpurado ante la presidenta. En esa misma línea, subrayó el compromiso de la Iglesia para “redoblar nuestro esfuerzo para acompañar a las mujeres que viven situaciones límite en su embarazo”.
Sobre el matrimonio gay, Ezzati también recordó que “la Iglesia enseña que los hijos son el don más excelente del matrimonio”, que presentó cómo la unión de “varón y mujer”.
Junto a estas cuestiones, el arzobispo de Santiago también reivindicó una agenda social que pase por acoger a los migrantes, “pensiones dignas” para la tercera edad y una educación de calidad, amén de huir de “un laicismo agresivo”.
El informe más reciente de la Organización Internacional del Trabajo resulta demoledor. En 2016, más de 40 millones de personas en todo el mundo fueron esclavos, mientras que 152 millones de niños entre 5 y 17 años fueron forzados a trabajar.
Una esclavitud moderna que parece ignorarse desde los países desarrollados ante la que la Iglesia no permanece indiferente. “Es la hora de pasar a la acción”, ha subrayado el observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, Ivan Jurkovic, que ha denunciado “las formas contemporáneas de esclavitud deben cortarse de raíz”.
“Deben abolirse como se abolió la esclavitud en la antigüedad: adoptando una nueva mirada sobre el ser humano y su dignidad a través de leyes, de la educación y de cambios legislativos”, señaló ante la Asamblea General que alertó cómo se trata de “un fenómeno global que sobrepasa a cualquier ciudad, región o país”.
Los hermanos maristas celebran en Colombia su XXII Capítulo General, el primer que celebran fuera de Europa. La congregación fundada por Champagnat es uno de los institutos que más pasos hacia adelante han dado en lo que hoy se conoce como misión compartida, esto es en la participación del carisma por parte de los laicos.
Precisamente la duodécima jornada fue tiempo para la reflexión hacia dónde camina esa ruta conjunta entre religiosos y seglares. Y no han sido pocas las propuestas que se plantean desde este foro capitular, siempre con la imagen de la “mesa de la misión” como referente.
“De ahí nace la comunión y la búsqueda de modos más profundos de compartir el carisma común, ser marista”, expresaban desde los distintos grupos de trabajo, conscientes de que los pasos que se han de dar en presente y futuro tienen que estar marcados por la experiencia: “Las estructuras deben nace a partir de las experiencias vividas y no antes de ellas”.
Pero sin duda alguna, una de las aportaciones más enriquecedoras ha sido una de las definiciones lanzadas sobre la presencia del laico: “La emergencia del laicado es como una transfusión de sangre que llena de energía el cuerpo debilitado. Una vez hecha la trasfusión, la sangre nueva no se distingue de la anterior y llega a todas las células del organismo, produciendo vida. Si se impide que la sangre circule en alguna parte del cuerpo, el resultado es la gangrena”. Una reflexión no solo válida para los maristas, sino para toda la Iglesia.