Ha logrado un doctorado cum laude en mafias y ha vivido para contarlo… Pero el precio ha resultado ser una vida de cautiverio, escoltado por cinco carabinieri y unos ojos que nunca sonríen. Lo hace su boca, pero jamás su mirada. “Soy responsable de esta vida infame que llevo”, dice Roberto Saviano, el autor de ‘Gomorra’, que desde que nos desvelara los intersticios de la camorra no puede descansar en paz. Obligado a vivir bajo protección por la fatwa emitida contra él por el clan Casalesi. Con motivo de su novela ‘La banda de los niños’ (Anagrama), nos citamos en un hotel de Madrid, bajo fuertes medida de seguridad.
PREGUNTA.- Usted ya tiene una condena encima. ¿Seguir escribiendo es una forma de blindarse?
RESPUESTA.- Yo me siento impotente, castrado, muerto en vida. No obstante, sí que escribo libre, pero no con felicidad.
P.- ¿La mafia ha conseguido tenerle donde querían?
R.- Sí, me han vencido. Vivo enjaulado, rendido y, aunque pueda escribir, mi existencia es una verdadera muerte civil. No puedo ver a mi familia, han tenido que marcharse de Nápoles y, para colmo, soy el italiano más odiado en mi país. Por todos.
P.- ¿No le merece la pena escribir sobre otros temas?
R.- No. Desearía hacerlo, pero debo señalar lo que ocurre, si no, me matarán de nuevo como han hecho con esta muerte en vida. Además, estoy obsesionado y lleno de rabia… Pero también creo, humildemente, que puedo cambiar un poquito las cosas denunciándolas con mi palabra. Claro que tengo miedo. Mucho. Muchas veces pienso que si me hubiera callado primero, o me callara ahora, podría llevar una vida normal en un lugar perdido. Pero no puedo. (…)
P.- ¿Se ha visto con el papa Francisco?
R.- No le he visto, no le conozco, ni sé si tiene intención de que nos veamos, pero Francisco me parece la última esperanza humanista de Europa. Lo digo de todo corazón. Me gustaría conversar con él. (…)
