México

“Vivan como si fuera el último día de sus vidas”: el joven baleado que llevaba víveres a Oaxaca

  • La Arquidiócesis de México dio a conocer que un grupo de jóvenes de la Fundación Papa Francisco Pro Felicitas A.C. fue agredido con armas de fuego
  • Vida Nueva accede al testimonio de uno de los voluntarios atacados mientras ayudaban a las víctimas del terremoto





“Vivan como si fuera el último día de sus vidas. Díganle a esa persona cuánto la aman. Perdonen todo lo que tengan que perdonar y, sobre todo, recuerden que lo material va y viene. Gracias a todos por estar al tanto de todos nosotros”.
Este es el mensaje que envió uno de los jóvenes que fueron atacados con armas de fuego mientras trasladaban víveres de la Ciudad de México al estado de Oaxaca. El texto, del cual tiene copia Vida Nueva Digital México, fue publicado en la cuenta de Facebook de esta persona que pide guardar el anonimato, y va acompañado de una fotografía en el hospital.

Los hechos

El pasado martes 26 de septiembre, un grupo de jóvenes voluntarios católicos que salieron de la Ciudad de México a bordo de tres camionetas pick-up para llevar ayuda a comunidades de Juchitán y Tehuantepec, Oaxaca, fueron interceptados por un grupo de hombres armados que, además de balearlos y robarles el contenido que llevaban en los vehículos, violaron a una joven, les quitaron sus teléfonos celulares y alrededor de 40 mil pesos que llevaban para hacer compras locales.

Así lo informó el día de ayer la Arquidiócesis de México, que citó las declaraciones de Carlos Arvizú, administrador de la Fundación Papa Francisco Pro Felicitas A.C., a la que pertenecen estos jóvenes, dos de los cuales se encuentran hospitalizados; “el primero –dijo– debido a que las balas le perforaron algunas arterias y comenzó a desangrarse, y el segundo, porque lo golpearon brutalmente”.

“Estamos muy tristes, hemos llorado de impotencia, tanto por los jóvenes lesionados como por la joven violada; esperamos que ambos vivan; nos encontramos a la espera del reporte médico de estos jóvenes valientes”, indicó Arvizú.

Aclaró que desconocía si se trató del crimen organizado o del propio gobierno, y se reservó la ubicación del hospital donde se encuentran los jóvenes por cuestiones de seguridad: “Sólo quiero señalar que tuvimos que llamar a un grupo de empresarios que conocemos, quienes auxiliaron a los jóvenes y nos dijeron que se harían cargo de protegerlos”.

Denunció que el gobierno federal no está protegiendo a las brigadas de ayuda. “Ellos no están ayudando –dijo– no trabajan ni llevan víveres, ni el Presidente de la República ni los gobernadores de los estados; se han limitado a llamar a la sociedad civil a que apoye, y la sociedad ha respondido sobradamente aún sin el llamado; pero el trabajo que a ellos les toca, el de brindar seguridad a quienes ayudan, es prácticamente nulo. De modo que la gente que está damnificada seguirá estándolo por culpa del gobierno. Está demostrado que después del terremoto el gobierno ya no es gobierno, es una anarquía total”, añadió.

Señaló que ya se interpuso la denuncia correspondiente ante la Procuraduría de Oaxaca, y que han tenido que tomar la decisión de frenar por el momento la ayuda: “Venía ya un tráiler de Morelia, Michoacán, lleno de toneladas de víveres para ayudar a la gente; les dijimos que no fueran a carretera porque corrían peligro. También pedimos que se detuviera una gran cantidad de ayuda que ya venía de San Diego, California. La gente afectada por el terremoto tiene hambre, pero ahora los voluntarios corren el riesgo de ser asesinados”, añadió.

Consideró que por actos como éste, la gente tristemente se ve obligada a dejar de ayudar: “si el gobierno garantizara la seguridad de los voluntarios, eso no habría pasado. Hay gente en muchas comunidades que ya ni siquiera está pidiendo apoyo para reconstruir sus casas, sino que tienen hambre y piden un plato de comida, una lona para no mojarse cuando llueve; pero tenemos un gobierno muy lejano a todo esto”.

Finalmente hizo un enérgico llamado a las autoridades para que cumplan con su tarea de garantizar seguridad, y la ayuda no se detenga. “Deberíamos estar preocupados por las consecuencias del terremoto, y no por la vida de los voluntarios que ayudan a las personas damnificadas”.

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