España

Jesús Sanz cree que la nota de la CEE sobre Cataluña peca de “suave” y “neutral”

  • Destaca su apelación al diálogo, pero lamenta que se queda corta al denunciar la “inmoralidad” desde la que se ha gestado el 1-O
  • Lo achaca a que era “difícil hacer algo entre veinte personas venidas de todos los puntos de España”, incluida Cataluña





En una entrevista publicada este sábado 30 por La Nueva España, Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo y miembro del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española (CEE), se muestra crítico con el reciente comunicado del órgano episcopal sobre el 1-O en Cataluña. Así, entiende que la nota, “siendo correcta e incluyente, termina por no entenderse”, pues la apelación a la convivencia “se ha dicho de una manera tan quintaesenciada y tan neutral que al final no ha convencido, no digo que a nadie, pero no ha ayudado a tantas personas”.

“No es que esperaran de nosotros –abunda el prelado– que organizáramos una barricada o que dijéramos ‘¡a las trincheras!’, pero hemos hablado de una manera tan suave, tan respetuosa, que parece que estamos hablando de otra cosa distinta”. Sanz, miembro del equipo redactor del texto episcopal (aunque apela al “respeto al secreto” para no detallar cuáles fueron sus aportaciones y cuáles de ellas se aceptaron o no), explica la razón última por la que este no fue más allá: “Era difícil hacer algo entre veinte personas venidas de todos los puntos de España: de la región de España en la que esto está sucediendo y de las regiones de España en las que estamos bien atentos porque eso tiene que ver con nosotros, y no podemos tener una especie de neutralidad aséptica”.

Diálogo, pero no a cualquier precio

A continuación, el arzobispo de Oviedo defiende la apelación al “diálogo” como eje vertebral de la nota, considerando que es “justa y necesaria”, pero recalca que no desea “un diálogo a cualquier precio”, puesto que “yo dialogo mal con los que mienten, con los que se corrompen, con los que malversan lo que es de todos para el beneficio propio, ya sea privado o de partido. Yo dialogo mal con aquellos que hacen de la infancia y la juventud un proyecto a quince o veinte años, como se ha hecho, para transformar a una generación”.

“Porque esto que está sucediendo ahora –denuncia– se empezó a trabajar hace años a través de una educación que tenía este cometido: utilizar la inocencia y vulnerabilidad, la maleabilidad, de niños y jóvenes para que ahora pudieran dar esa batalla. Cuando mientes, te corrompes, malmetes, insidias, engañas a un pueblo con alternativas trucadas, y eso está demostrado en tantas intervenciones y en tantos debates que se han puesto en marcha; si toda tu alternativa y tu legítima aspiración a la independencia está basada en este paquete de trufas, entiendo que aquí hay un delito tan grave que es inmoral; y esta inmoralidad es la que la Iglesia debe denunciar, cosa que no se deriva de modo directo de la nota de la Comisión Permanente de los obispos”.

En este punto aclara que su respuesta no va dirigida contra el independentismo en cuanto ideología –“es legítimo entenderte separado, eso no es ningún pecado–, sino contra la forma en que sus líderes lo han querido encarnar en este proceso: “Si eso lo defiendes con mentiras, con violencia, con insidia, con corrupción, con malversación, eso es lo inmoral, eso sí es pecado”.

En su conversación con el diario asturiano, el pastor ovetense reivindica que la Iglesia no debe comprometerse en reivindicaciones nacionalistas de ningún tipo, puesto que “nosotros tenemos como patria y como nación el mundo entero. Allí donde hay personas que buscan, que se preguntan, que sufren, que son atacadas, que se les cercena la esperanza, que injustamente malviven, que están enfrentadas entre sí…, ahí es donde debemos hacer llegar el mensaje del Evangelio que suene a buena noticia y que encienda en ellos la esperanza. Y eso no tiene fronteras, para eso no pedimos pasaporte”.

“Cuando hay una exclusión –rechaza con dureza¬–, cuando pones fronteras desde el púlpito y estableces un derecho de admisión, sencillamente eso termina siendo una praxis no cristiana, sino sectaria, de secta, o politiquera, de formación particular. (…) El otro no es un rival al que hay que abatir y excluir, sino un hermano al que hay que acoger sabiendo que me trae dones y regalos, como yo también abro los míos para él”.

Defensa del régimen del 78

En este punto, Jesús Sanz realiza una cerrada defensa del régimen del 78 como un modelo de convivencia: “En España nos dimos hace 40 años una Carta Magna que es perfectible, pero que fue un verdadero ejercicio de respeto, consenso y concordia. Pusimos por encima lo que nos unía. Pesaban la sombra de conflictos bélicos fratricidas, el aislamiento internacional de España y una pesada gobernanza que condicionaba libertades dictatorialmente. Ese marco legal de convivencia supuso acercamiento, hacer concesiones, siempre y cuando fueran razonables en aras de una memoria histórica atendible y respetable. Y, sobre todo, no tanto mirando al pasado, sino hacia adelante para construir juntos desde nuestra rica pluralidad un futuro mejor en la paz y en la concordia”.

“Romper este marco de modo unilateral –lamenta–, cizañarlo con la insidia que enfrenta y divide, falsear con la mentira todas sus alternativas trucadas, engañar con vileza a un pueblo para hacerle cómplice de una inconfesada deriva, todo eso no solo atenta contra el Estado de derecho, no solo mina la convivencia a tantos niveles, desde el más elemental y doméstico, como son las familias, sino que es profundamente inmoral”.

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