Si la última carta dominical de Juan José Omella, con motivo de la festividad de la Virgen de la Mercé, pedía “cordura para nosotros y nuestros dirigentes, para las familias y los pastores de la Iglesia”, en la misiva de este domingo, 1 de octubre, el cardenal arzobispo de Barcelona ha optado por compartir un relata de dos hermanos “que se querían con toda el alma”.
Ni procés, ni política, ni Cataluña, ni España. Estas no son palabras que se vayan a encontrar en la carta del purpurado. La misiva de Omella ante el 1-O es una invitación a reflexionar. “La historia cuenta que había dos hermanos que se querían con toda el alma. Ambos eran agricultores. Uno se casó y el otro permaneció soltero. Decidieron seguir repartiendo toda su cosecha a medias”. Así comienza la parábola.
“Una noche el soltero soñó: ‘¡No es justo! Mi hermano tiene mujer e hijos y recibe la misma proporción de cosecha que yo que estoy solo. Iré por las noches a su montón de trigo y le añadiré varios sacos sin que él se dé cuenta'”, continúa la historia. ¿Y qué sentía el otro hermano? “A su vez, el hermano casado soñó también una noche: ‘¡No es justo! Yo tengo mujer e hijos y mi futuro estará asegurado con ellos. A mi hermano, que está solo, ¿quién lo ayudará? Iré por las noches a su montón de trigo y le añadiré varios sacos sin que se dé cuenta'”, indica.
Y así lo hicieron ambos hermanos, que una noche se encontraron en el camino llevando y trayendo sacos de un lado al otro. “Se miraron, comprendieron lo que pasaba y se abrazaron con un abrazo de hermano, aún más fuerte, y para siempre”, reza el escrito.
Según el cardenal, esta es una “preciosa narración popular que nos invita a salir de nuestros egoísmos para pensar más en los demás”, porque “cuando hay generosidad, cuando se olvida uno de sí mismo y piensa en el otro para hacerlo feliz, se alcanza la felicidad que nace del amor y de la fraternidad”. Y es que “la sospecha, la envidia y la avaricia son carcoma que empobrece nuestras vidas y nos hace sufrir mucho”, añade.
Por otro lado, Omella señala que “el amor no es solo un sentimiento, sino que se debe entender en el sentido que tiene el verbo ‘amar’ en hebreo (‘leehov’), que significa ‘hacer el bien’“. El prelado recalca que “Jesús, nuestro Dios y Señor, nos enseñó a vivir pensando más en los otros que en nosotros mismos”. Y concluye: “Qué bonito sería si todos nos amaramos como los dos hermanos de nuestra historia: pensando en el otro para hacerlo feliz”.