España

Los cinco puntos calientes para la Iglesia catalana en el 1-O





Después de meses en los que el horizonte de este día parecía conducir a una aceleración del tiempo, de los acontecimientos y de la tensión, al fin ha llegado el 1-O, se quiera o no, una de las jornadas más convulsas y relevantes en la historia contemporánea de Cataluña…, y de toda España. Pase lo que pase, se celebre o no el referéndum por la independencia considerado ilegal por el Estado, hoy habrá una respuesta a muchas de las preguntas abiertas desde hace mucho.



Dentro de la gran complejidad de una cita como esta, el papel de la Iglesia en Cataluña será mirado con lupa por muchos. De entre todos los posibles, nos quedamos con cinco puntos calientes a los que estar especialmente atentos en este 1-O.

Barcelona

No cabe duda de que, si hablamos de un proceso social como este, la capital catalana está en el centro de los acontecimientos. La web del Arzobispado de Barcelona solo informa para hoy de un único acto en la agenda del arzobispo, Juan José Omella: la visita a la parroquia Mare de Déu de Lourdes, en el distrito de Sarrià-Sant Gervasi, donde “celebrará la eucaristía y dialogará con los fieles”.

A expensas de lo que pueda decir en la homilía de esa misa, la voz del cardenal para esta jornada se hace presente en su carta dominical. Titulada Como dos hermanos, en ella relata con sencillez la historia de dos hermanos agricultores que, tras el enfado de uno de ellos, que pensaba que le debía corresponder más parte en la cosecha que compartían, acabaron abrazados al imponerse la generosidad.



Un breve relato que a Omella le sirve para ir más allá e invitar “a salir de nuestros egoísmos para pensar más en los demás. Cuando hay generosidad, cuando se olvida uno de sí mismo y piensa en el otro para hacerlo feliz, se alcanza la felicidad que nace del amor y de la fraternidad”.

La sospecha, la envidia y la avaricia son carcoma que empobrece nuestras vidas y nos hace sufrir mucho”, enfatiza el purpurado, que concluye así: “Qué bonito sería si todos nos amáramos como los dos hermanos de nuestra historia: pensando en el otro para hacerlo feliz”.

Solsona

Si en el último comunicado conjunto de la Tarraconense, el órgano que aglutina a los obispos catalanes, ha imperado un tono suave, similar al expresado en el de la Conferencia Episcopal Española, llamándose a tender puentes y sin entrar en exceso en el referéndum en sí, el obispo de Solsona ha vuelto a evidenciar su indudable apuesta soberanista. Así, seguramente, una de las imágenes de esta jornada será aquella en la que él aparezca yendo a intentar votar.

Así lo asegura él mismo en su carta dominical para hoy, donde ampara su decisión en “la Doctrina Social de la Iglesia sobre el derecho a la autodeterminación y a la independencia de los pueblos y naciones”, citando a continuación distintas frases en este sentido de Pío XII, Pablo VI y, sobre todo, Juan Pablo II.

“No es justo –explica en la misiva– que se nos siga negando e impidiendo el ejercicio de la autodeterminación. Todos sabemos que se trata de un derecho inalienable de toda nación”. En el caso de Cataluña, el prelado considera que “una gran mayoría social lo quiere ejercer; era el primer punto de los programas electorales de los partidos políticos que ganaron las últimas elecciones autonómicas”. Impulsado ahora el referéndum por el Parlament y el Govern, ante la imposibilidad de no haber podido “pactar las condiciones” con el Estado, Novell reconoce que “todo parece indicar que no reunirá las condiciones internacionalmente establecidas para su reconocimiento”.

Pese a ello, percibe el obispo de Solsona, “la sociedad lo está defendiendo [al referéndum] frente a todos los ataques imaginables”. Algo que se refleja en el hecho de que sus principales impulsores estén “arriesgando su libertad, carrera y patrimonio” para “ofrecernos, por primera vez en nuestra historia, la oportunidad de ejercerlo [el derecho al voto por la autodeterminación]”.

“Si el próximo domingo hay urnas –concluye el prelado–, ¡yo iré a votar!



Montserrat

Sin duda, la abadía de Montserrat es el corazón espiritual de Cataluña… Y mucho más que eso, pues el templo de los benedictinos es un baluarte clave de la identidad cultural catalana y, en lo político, muchos de sus religiosos se han significado durante décadas en la defensa del catalanismo. El último episodio se vivió en la misa del pasado domingo 24 de septiembre, cuando uno de los monjes, Sergi d’Assis, fue muy rotundo en su homilía, donde denunció la acción de las estructuras del Estado para impedir la celebración del referéndum.

“Hemos de decir ‘no’ a la represión y ‘sí’ a la libertad y al respeto de los derechos más fundamentales”, clamó hace una semana el benedictino desde el altar, alcanzando un gran eco mediático. Qué duda cabe de que hoy hay que estar muy atentos a la predicación del miembro de la comunidad que celebre la eucaristía dominical.

Días atrás, también tuvo mucha relevancia el comunicado conjunto de los abades de Montserrat, Josep Maria Soler, y Poblet, Octavi Vilá, donde pidieron a todos los actores políticos, también a nivel estatal, ejercer “la máxima prudencia y responsabilidad para un diálogo constructivo” ante una “hora delicada y preocupante”. Ambos religiosos pidieron garantizar “el derecho a la participación en la vida política y social”, teniendo los gobernantes “la obligación de interpretar el bien común de su país, escuchando la voz de la mayoría y respetando a la vez la de los que se encuentran en minoría”.

En mayo, en declaraciones a TV3, Soler sí aventuró que “el Vaticano reconocería una Cataluña independiente”, recalcando que “Cataluña es una nación y tiene derecho a decidir sobre su futuro”.

Parroquias y conventos

Ante la incertidumbre sobre si al final se podrá votar o no en los colegios, tras el anuncio de que las fuerzas policiales los precintarán, comunidades parroquiales y religiosas de Cataluña han ofrecido sus espacios para situar en ellos las urnas.

Un caso muy significativo es el de Cinto Busquet, párroco de Calella, autor del manifiesto de los 380 sacerdotes y religiosos catalanes en apoyo del referéndum. Desafiando a una posible acción policial sobre su persona o el templo, ha anunciado que permitiría que sus instalaciones sirvieran de sede electoral en caso necesario.

Aunque no haya tenido tanta repercusión, la que sí figura en teoría como espacio para las votaciones es la parroquia la parroquia de Sant Joan Baptista, en el municipio barcelonés de Pineda de Mar, que ha aceptado la responsabilidad ante la negativa de la biblioteca del pueblo.

La que ha mostrado su inequívoco compromiso con el procés es la parroquia de Nuestra Señora de Pompeya, dirigida en pleno centro de Barcelona por una comunidad de capuchinos. Este pasado jueves 38 de septiembre acogió una “plegaria por el referéndum del 1-O”, convocada por el movimiento Cristianos por la Independencia, ligado a la Asamblea Nacional Catalana (ANC). Entre las ofrendas figuraron una estelada o una papeleta para votar y, al final, se cantó Els Segadors.

También anunció su oferta para ser sede electoral el convento de Santa María de Vallbona, en Lleida, que alberga a la principal comunidad cisterciense femenina de Cataluña. Su abadesa, Anna María Campubrí, explicó que así lo habían decidido en el seno de la comunidad y que ella aceptaba todoas las posibles consecuencias.



Colegios religiosos

Al igual que hoy obtendremos una respuesta sobre si veremos o no imágenes de parroquias o conventos rodeados por efectivos policiales para evitar que en ellos se vote, también ocurrirá lo mismo con aquellos centros educativos concertados de inspiración cristiana que puedan albergar urnas.

En este sentido, tiene una gran significatividad el manifiesto de la Escola Pia de Catalunya, difundido días atrás y en el que, como “entidad comprometida con los derechos fundamentales de las personas y de los pueblos”, han querido mostrar su “condena” de “las acciones llevadas a cabo contra las instituciones catalanas y los miembros de nuestro pueblo”.

De este modo salieron al paso de las detenciones de varios miembros del Govern detenidos por su labor en la organización de un referéndum calificado de ilegal por el Estado. A su juicio, estos hechos fueron “contrarios a los principios esenciales de la democracia y de la libertad de expresión”.

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