El estado de Oaxaca fue uno de los más afectados por los sismos de 8.2 y 7.1 grados Richter registrados el pasado mes de septiembre. Datos oficiales revelan que casi un centenar de personas fallecieron, y más de 70 mil viviendas fueron afectadas. Sobre la situación que se vive en la zona, habla la hermana Zaira Gutiérrez, integrante del equipo de Emergencias de la Pastoral Social Cáritas de la Diócesis de Tehuantepec.
La religiosa explicó que a casi un mes de ocurrido el sismo del 7 de septiembre, “han seguido registrándose réplicas, lo que ha provocado que la confianza de la gente que poco a poco se iba recuperando, se vuelve a perder, de tal forma que la emergencia se ha vuelto a intensificar”.
Dijo que si bien la ayuda humanitaria ha llegado a prácticamente todos los lugares afectados por el sismo, hay algunas localidades ubicadas en la sierra a las que está costando mucho trabajo llegar debido a que los caminos quedaron bloqueados. “Algunas de estas comunidades no fueron afectadas propiamente por el sismo, sino por las lluvias”, aclaró.
Conforme las autoridades y los mismos pobladores han abierto los caminos, se ha logrado llegar a dichas localidades.
Zaira Gutiérrez detalló que en la primera semana de emergencia se pudo llegar a las comunidades más alejadas, pero debido a las fuertes lluvias, durante la segunda semana fue imposible, y esta tercera semana ha sido verdaderamente complicado. “En la Diócesis de Tehuantepec estamos trabajando de la mano con las parroquias de la sierra a fin de hacer llegar los recursos que la comunidad necesita”.
De acuerdo con la Cáritas local, Juchitán e Ixtaltepec fueron dos de las poblaciones más afectadas, pero por encontrarse ubicadas cerca de las vías de acceso, han tenido un mayor apoyo tanto del gobierno como de la Iglesia y de organizaciones civiles.
La religiosa advirtió que lo que más preocupa en este momento es el estado de salud de los miles de damnificados, pues muchos de ellos están durmiendo a la intemperie, lo que puede provocar enfermedades respiratorias y pulmonares.
“También nos preocupa muchísimo que se ha juntado el agua de los pozos con la de las letrinas, es decir, el agua para consumo se ha mezclado con las aguas negras; se ha contaminado y esto puede provocar serias enfermedades intestinales”, dijo.
Por tal motivo, señaló “en este momento hace falta que la gente nos mande cloro, detergentes, artículos de limpieza en general, jabón y pasta de dientes”.
Agregó que las comunidades que más necesitan ese tipo de ayuda son las de la zona de la costa, como San Mateo del Mar, San Dionisio del Mar e Ixhuatán, ya que en éstas el río está crecido y puede haber desbordamientos.
Zaira Gutiérrez informó que se han implementado los comedores populares comunitarios prácticamente en todas las zonas afectadas, por lo que la ayuda en especie se sigue requiriendo: “los comedores parroquiales tienen que seguir funcionando mientras la gente no tenga donde cocinar, y esto va a durar un largo tiempo”.
Explicó que si bien el gobierno ha ofrecido construir las casas de las personas que se quedaron sin vivienda, éste es un proceso a largo plazo. Consideró que las autoridades también deberían considerar un apoyo para la construcción de letrinas y cocinas, pues “en esta zona las señoras suelen tener afuera sus hornos donde preparan pan, tortilla, totopo, que es un alimento básico en la región; y si el gobierno no las ayuda, muchas personas estarían perdido su espacio para alimentarse”.
Finalmente, dijo que la Iglesia tiene claras las tres etapas de la emergencia: “La primera consiste en brindar ayuda humanitaria inmediata después del sismo; aquí entra la atención de albergues y comedores comunitarios que ya se han ido creando en los pueblos. La siguiente etapa es la de reconstrucción, en la que se trabaja en el levantamiento de viviendas y de espacios públicos. Y la tercera consiste básicamente en reactivar la economía y fortalecer de nueva cuenta el tejido social”.
“En esta última etapa, todos debemos colaborar para ayudar a la gente que se dedica a la pesca o al campo, para que puedan mantener a sus familias, ya que muchos perdieron sus redes, sus barcas, es decir, sus herramientas de trabajo”.
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