Según acaba de anunciar la televisión autonómica TV3, el Govern de Cataluña está movilizándose para que la Iglesia local haga de mediadora en el conflicto que sostiene con el Gobierno español por su proceso independentista.
De acuerdo con la versión de este medio, el vicepresidente de la Generalitat y presidente de ERC, Oriol Junqueras, se habría reunido en la mañana de este miércoles 4 de octubre con el arzobispo de Barcelona, el cardenal Juan José Omella, para invitarle a desarrollar este papel. La pretensión del Ejecutivo catalán sería que tanto el purpurado como el abad de Monserrat, Josep Maria Soler, fueran los artífices de esta mediación.
En este contexto, tiene más significatividad la información que acaba de difundir Religión Confidencial, según la cual, ayer, martes 3, se reunieron en el Palacio de La Moncloa el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y los arzobispos de Barcelona y Madrid, Juan José Omella y Carlos Osoro. En encuentro no es confirmado ni desmentido por ninguno de los dos arzobispados.
Por ahora, ninguno de los dos religiosos se ha manifestado sobre la cuestión. Aunque es significativo que ambos han tenido papeles diferenciados ante la celebración del referéndum para la independencia que se celebró este domingo 1 y que el Estado consideró “ilegal”. El abad de Montserrat, junto con el de Poblet, asumió en un comunicado conjunto previo al 1-O la necesidad de garantizar “el derecho a la participación en la vida política y social”, votando de hecho los religiosos de su comunidad en la cita plebiscitaria del pasado domingo.
Una semana antes, otro de los benedictinos de Montserrat, Sergi d’Assis, tuvo un gran eco mediático cuando en su homilía denunció la actuación del Estado al detener a algunos de los impulsores del referéndum. “Hemos de decir ‘no’ a la represión y ‘sí’ a la libertad y al respeto de los derechos más fundamentales”, clamó. En mayo, en declaraciones a TV3, el propio abad Soler opinó que “el Vaticano reconocería una Cataluña independiente”, recalcando que “Cataluña es una nación y tiene derecho a decidir sobre su futuro”.
Un perfil mucho más bajo ha tenido el cardenal Omella, que, en sintonía con la última nota de la Conferencia Episcopal Tarraconense sobre el referéndum, ha llamado a todas las partes al “diálogo”, sin mostrar connotación política alguna en sus declaraciones públicas.
Un claro ejemplo de ello fue su carta pastoral para los fieles diocesanos, el propio domingo 1. Sin hacer en ningún momento alusión al referéndum, contaba de un modo sencillo la historia de dos hermanos que se reconciliaban. Así, invitaba a todos “a salir de nuestros egoísmos para pensar más en los demás. Cuando hay generosidad, cuando se olvida uno de sí mismo y piensa en el otro para hacerlo feliz, se alcanza la felicidad que nace del amor y de la fraternidad”.
De confirmarse su mediación entre la Generalitat y el Gobierno, Omella y Soler serían polos diferentes, pero complementarios, con un mismo fin: el tan ansiado entendimiento que ponga fin a uno de los momentos más tensos de nuestra democracia.