La difícil situación creada en Cataluña fue uno de los temas dominantes de las largas y muy cordiales conversaciones que mantuvo el nuevo embajador de España ante la Santa Sede, Gerardo Bugallo, con el papa Francisco y con el secretario de Estado, cardenal Pietro Parolin. Ambos coloquios tuvieron lugar en el curso de la ceremonia de presentación de cartas credenciales del embajador español al Pontífice, el lunes 2 de octubre.
Tras la recepción preceptiva según el protocolo vaticano, Francisco y el embajador Bugallo se retiraron a solas a la Biblioteca Privada del Papa y se entretuvieron durante unos largos veinte minutos. El diplomático español transmitió al Papa los saludos del rey Felipe VI y del Gobierno, y le agradeció en su nombre y en el de todos los españoles la ayuda que la Iglesia ha prestado y sigue prestando a las capas más desfavorecidas de la sociedad.
La actualidad, como decimos, impuso el tema de Cataluña. Bergoglio reiteró al embajador la postura de la Santa Sede, contraria a toda autodeterminación que no esté justificada por un proceso de descolonización, y manifestó el rechazo de la Iglesia a toda actitud que no esté basada en el respeto a la legalidad constituida.
Dado que el anterior puesto del diplomático español había sido el de embajador de España en Kiev y que durante esos años mantuvo un estrecho contacto con monseñor Sviatoslav Shevchuk, cabeza de la Iglesia greco-católica ucraniana, la conversación entre Francisco y Bugallo derivó hacia el tema de Ucrania.
El Papa recalcó su apoyo a esa comunidad católica sometida a tantas dificultades y a todo el pueblo ucraniano, al que ha manifestado en numerosas ocasiones su cercanía y solidaridad. El embajador le expuso su visión de esta intrincada situación, a la que no siempre se presta la debida atención por parte de la comunidad internacional.
A continuación, el embajador Bugallo fue conducido a la Secretaría de Estado, donde fue acogido calurosamente por el cardenal Parolin, con quien mantuvo una conversación –iniciada en italiano pero continuada en castellano– que se prolongó en torno a la media hora.
Los argumentos fueron similares a los anteriormente expuestos con el Papa. El número dos de la Santa Sede demostró estar muy al corriente tanto de la situación catalana como de la ucraniana, y manifestó que en ambos casos la diplomacia vaticana patrocinaba actitudes de diálogo y de negociación para atajar las tensiones creadas, sin renunciar a soluciones pacíficas.