Con la discreción y las pocas palabras que lo caracterizan, el cardenal primado de la Argentina, Mario Aurelio Poli, está en Roma. Muchas conjeturas se tejen en la prensa respecto a su aterrizaje este sábado 7 de octubre en el aeropuerto de Fiumicino, no solo por un posible encuentro con el Papa, sino también porque esta visita se da a un mes de que la Conferencia Episcopal Argentina elija a sus nuevas autoridades, a dos semanas de las próximas elecciones legislativas en todo el país y, a sólo unos días de que Greg Burke confirmara que Francisco “no tiene previsto” visitar la Argentina en 2018.
La realidad de este viaje es que se lleva a cabo para participar en Roma, mañana jueves, junto a Francisco, de una celebración por el centenario de las Congregación para las Iglesias Orientales, de la que Poli es miembro, según detalló Télam. Allí, el cardenal primado argentino también se encontrará con otro coterráneo, el cardenal Leonardo Sandri, prefecto de esta Congregación desde 2007.
Sin bien trascendió que Francisco y Poli ya tuvieron algunas charlas informales durante el fin de semana pasado, podría haber una reunión formal entre ambos compatriotas en lo que resta de la semana.
En plena organización de un Sínodo Arquidiocesano en Buenos Aires, Poli es uno de los candidatos a suceder a José María Arancedo en la presidencia del Episcopado argentino. Aunque fuentes cercanas al arzobispo de Buenos Aires sostienen convencidos de que el heredero de Bergoglio en la sede arzobispal porteña no quiere saber nada con dicho cargo y que se inclina fuertemente por comisiones como la de Biblia y Catequesis.
Estas conjeturas ponen en estado de alerta, puertas adentro, a la Iglesia católica argentina. Es que, si bien es difícil ser obispo en la tierra del Papa, al momento de acomodar las fichas en los puestos jerárquicos del Episcopado, muchos son los prelados que desean esos cargos con ansias.