Vaticano

Francisco: “¡La Palabra de Dios no puede guardarse con naftalina para protegerla de los parásitos!”

  • En el 25º aniversario del Catecismo de la Iglesia Católica, el Papa subraya que la Tradición no está reñida con la actualización
  • “La pena de muerte es en sí misma contraria al Evangelio”, ha condenado en su discurso





Con motivo del 25º aniversario de la publicación de la Constitución Apostólica ‘Fidei Depositum’, y por tanto del nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización ha organizado un encuentro en el que el propio papa Francisco ha participado con un discurso de clausura, en la tarde de hoy miércoles 11 de octubre.

En él, el Papa ha recordado las palabras de san Juan Pablo II en el discurso con el que acompañó al Nuevo Catecismo, cuando dijo que “es necesario que la Iglesia no se separe de la herencia sagrada recibida por los padres (de la Iglesia). Pero a la vez debe observar el presente, a las nuevas condiciones de vida y formas de apostolado que ofrecen los nuevos tiempos”.

Francisco ha resaltado, entonces, que el deber ineludible de la Iglesia es apreciar el pasado y continuar su labor, ya que su finalidad última es preservar las enseñanzas del Evangelio hasta que alcancen su plenitud al final de los tiempos.

“Esta –ha dicho– es la gracia concedida al Pueblo de Dios, aunque también es un deber y una responsabilidad anunciar de una forma nueva y cada vez más completa el Evangelio a nuestros contemporáneos”.



“Conocer a Dios –ha continuado Francisco– no es un mero ejercicio teórico de la razón humana, sino un deseo que mora en lo más profundo de nuestro corazón. Este conocimiento proviene del Amor de Dios”. Este conocimiento se fortalece cada día con la certeza de que Dios nos ama. Es por ello que el Catecismo de la Iglesia Católica está basado en el amor y la caridad sin fin hacia el prójimo.

Condena de la pena de muerte

Tras esta reflexión sobre el ‘Amor como motor de la Iglesia’, el Sumo Pontífice ha querido meditar acerca de una práctica tan antigua como es la pena de muerte. “Se debe afirmar que la pena de muerte (…) es en sí misma contraria al Evangelio porque es la decisión de acabar con una vida humana que siempre es sagrada a los ojos de Dios, quien es su último juez”.

Así, ha asegurado que nadie puede negarle a otra persona la posibilidad de continuar vivo y de una redención moral.

Bergoglio ha reconocido que la pena capital ha sido aplicada desde tiempos inmemoriales, incluso por algunos papas, pero con una mentalidad más legislativa que cristiana, ya que “el afán por mantener riquezas y poder en la tierra había llevado a sobrestimar el valor de la Ley, impidiéndole profundizar en la comprensión del Evangelio”.

La condena ahora de la pena de muerte no está reñida con la Tradición, ha asegurado; incluso al revés, ya es una muestra más de que la Doctrina de la Iglesia no es estática, si no que evoluciona con los años.

Y es que, ha dicho el Papa, “¡la Palabra de Dios no puede guardarse con naftalina en un armario como una vieja manta para protegerla de los parásitos! La Palabra de Dios está viva, progresa y crece, y eso es algo que los hombres no pueden parar”.

“No podemos por tanto conservar la Doctrina sin dejarla evolucionar con el paso del tiempo –ha continuado–. Debemos estar atentos y escuchar religiosamente para permitir a la Iglesia evolucionar con el entusiasmo de sus inicios en los nuevos horizontes que Dios nos ha preparado”, ha concluido el Obispo de Roma.

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