Este domingo 15 de octubre, en una misa presidida en Roma por el papa Francisco, un nuevo santo español subirá a los altares: el P. Faustino Míguez (Xamirás, Ourense, 1831 – Getafe, Madrid, 1925), fundador del Instituto Calasancio Hijas de la Divina Pastora.
Vida Nueva ha tenido la oportunidad de entrevistar al padre Andrés Valencia Henao, el sacerdote escolapio que ha tenido el papel de postulador durante los dos últimos años en la causa de canonización del P. Faustino. El postulador en una canonización es, por así decirlo, el abogado de la causa, quien lleva el papeleo y defiende la canonización aportando las pruebas, entre otras cosas, del milagro en base al cual se lleva adelante.
El proceso de aprobación del milagro
“Es un proceso muy largo y minucioso, aunque la parte más delicada es el estudio de los médicos y los teólogos”. Para hacernos una idea, el milagro que finalmente ha llevado al padre Míguez a los altares tuvo lugar en 2003, hace casi 15 años.
“El tribunal de médicos investiga a fondo la curación, y deben aprobar por unanimidad que se trate de algo excepcional. Después, siete teólogos votan en secreto si aceptan el milagro, si no lo aceptan o si tienen dudas. En caso de dudas, se especifica de dónde surgen y se procura aclararlas. En el caso del padre Faustino todo ha salido bien y se aprobó por unanimidad. Esto hay que agradecérselo a los que se encargaron del caso antes de mí, que lo prepararon minuciosamente”, ha dicho modestamente el padre Valencia durante la entrevista.
Según nos ha explicado, hoy en día se dan pocas canonizaciones porque el proceso es cada vez más riguroso, ya que se trata de proponer un modelo de conducta a nivel mundial para toda la Iglesia. Es por ello que normalmente no se ven más de dos canonizaciones al año, y regularmente se dan en grupos de distintos beatos, como es el caso.
Tercer santo escolapio
El padre Valencia se muestra muy contento de que el proceso de canonización del que va a ser el tercer santo escolapio haya llegado a buen término (junto a san José de Calasanz y san Pompilio Maria Pirrotti). “Es un regalo grandísimo, porque un santo en el fondo es alguien que ha sido siempre fiel a su vocación, por lo que es un ejemplo para toda la Iglesia y, concretamente en este caso, para los escolapios”.
Además, considera que la canonización está ayudando mucho a la orden, ya que es un gran hito que está promoviendo la comunicación y la unidad entre las distintas congregaciones que la conforman. “Un santo que ha sido un testigo tan grande de fidelidad a la Orden es una llamada a trabajar juntos”.
“Los santos también son humanos”
También le gusta destacar las facetas más humanas del santo, quien poseía un carácter fuerte pero a pesar de ello siempre acató las decisiones de sus superiores, incluso cuando fue destinado a Cuba. “Creo que es sano ser consciente de que los santos también son humanos, que tienen defectos que han sabido superar, porque de esta forma son más cercanos a nosotros y podemos darnos cuenta de que también nosotros podemos llegar a serlo”.
Además el Padre Míguez tuvo incluso una faceta científica que cultivó durante toda su vida, que también se puede enmarcar en su dedicación a los demás ya que elaboraba métodos de curación mediante plantas, llegando incluso a abrir un laboratorio (farmacia) en Getafe.