En las reuniones familiares en casa de este abogado barcelonés de 71 años ya no se habla de política. La división de opiniones sobre la deriva independentista de Cataluña ha agrietado también los salones de los hogares catalanes en un calco de lo que le pasa a la sociedad. Ex vicepresidente del Tribunal Constitucional, Eugeni Gay fue uno de los máximo defensores del Estatuto de Autonomía de 2006, lo que casa muy mal con las acusaciones de centralista que ahora desde su tierra vierten contra él por defender una Cataluña dentro de España, de la Unión Europea y en el marco de la Constitución.
Ahora, junto con otros intelectuales, defiende estos postulados a contracorriente en la asociación Cristianos por la Convivencia. Dice que no se ve en una Cataluña independiente, pero recuerda que su familia “nunca quiso vivir una Guerra Civil y murieron muchos de ellos”.
PREGUNTA.- ¿Cómo resumimos, para que lo entiendan incluso en el extranjero, lo que está pasando?
RESPUESTA.- Hay un conflicto interno muy serio, planteado por una parte del Parlament y la sociedad catalana, que considera que la independencia es una opción legítima, que lo es, pero que ha intentado imponerla saltándose las reglas del Estado de derecho que nos dimos entre todos los españoles. Pretenden iniciar otra legalidad a partir de una legitimidad que no se tiene, lo que ha creado un conflicto que ha de ser resuelto por el poder político. Pero este ha involucrado al poder judicial, al que no le corresponde esa función. A principios de septiembre, el Parlament aprobó unas leyes que fueron impuestas saltándose los reglamentos. Si esto lo tiene que resolver el poder judicial, es fácil: cumplir la ley vigente. Pero si cierras el Parlament y al día siguiente su presidenta se sube a una tarima y coge un megáfono en vez de utilizar la cámara, las cosas se desenfocan. Y si el Gobierno central, para hacer cumplir la ley, manda a las fuerzas del orden a un imposible, tienes un conflicto que puede llegar a situaciones inimaginables. (…)
P.- Y la Iglesia, ¿sale indemne?
R.- Le ocurre lo que a la sociedad: ha habido pronunciamientos en un sentido y en otro. Afortunadamente, tanto la Conferencia Episcopal Española como la Tarraconense se han manifestado por el diálogo, la paz y la concordia, porque es que la Iglesia no puede decir otra cosa, me parece imposible que la Iglesia opte por una postura ideológica. (…)
“No hay nacionalismo bueno”
P.- ¿Y si le piden restablecer puentes?
R.- Sí, siempre, aunque me extrañaría que todo el mundo la aceptase como mediadora, porque estamos en una sociedad muy poco eclesial. Durante la Transición, la Iglesia ayudó muchísimo y hoy tendría que ayudar también, una ayuda que no se nota, pero que es eficaz. Me consta que se están haciendo gestiones así. ¿Y sabe qué ocurre? Se acusa a los catalanes de nacionalistas, y es verdad, pero es que el españolismo también es un nacionalismo fuerte, y no hay nacionalismo bueno.
P.- ¿Se ve viviendo usted en una Cataluña independiente?
R.- No me veo viviendo en una Cataluña independiente. No sería mi sueño. Mi familia no quiso vivir una Guerra Civil y la vivió. Y murieron muchos de ellos. (…)