Entrevistas

J. J. Benítez: “El papa Francisco ha caído en un nido de víboras”





Entregado desde 1979 a narrar enigmas, Juan José Benítez, periodista e investigador, intenta ahora esclarecer lo ocurrido en las horas previas al final de Ernesto Che Guevara en Bolivia, donde fue ejecutado el 9 de septiembre de hace ahora 50 años. Los restos del mítico guerrillero permanecen donde perdió la vida y no en Cuba, asegura el autor de la exitosa saga ‘Caballo de Troya’ que tiene muy claro que Fidel Castro orquestó la muerte de su camarada. Con el hombre que desmitifica al Che en su último libro, ‘Tengo a papá’ (Planeta), tomamos el aperitivo más inquietante del otoño.

PREGUNTA.- Ese Che sucio, cruel, sádico y cobarde que presenta en el libro, ¿fue siempre así o fueron los meses de lucha?

RESPUESTA.- Quería convertir América Latina en Vietnam a sangre y fuego. Disfrutaba fusilando a la gente, era un desequilibrado mental. En el 59, recién ganada la revolución, lo nombran jefe de La Cabaña, que era una prisión para presos políticos y para gente que no estaba de acuerdo con la revolución. En ese lugar mandó fusilar a más de 500 personas y él contemplaba los fusilamientos tumbado en el muro fumándose un puro. Saca tus propias conclusiones. (…)

P.- ¿Por qué se ha hecho un mito de él?

R.- Por culpa de quienes lo mataron. Especialmente de Fidel, que fue el que lo condujo a la muerte porque le sobraba. Pero también contribuyó mucho la visión de Occidente. Cuando lo matan, se dijo que murió en nombre de la libertad, fue llamado el Cristo rojo. Después vino la Revolución del 68 y se levantó una imagen de él que no se corresponde con la realidad ni de su pensamiento ni de su vida.

P.- No sé si me equivoco, pero le presupongo un hombre de fe…

R.- Soy apóstata. Me fui al Obispado de Cádiz con un testigo, en el 2005, y solo dije “quiero renunciar como católico”. Me pidieron que firmara un documento y pregunté: ‘¿Cuánto es?’. Y era gratis. Me borré, sencillamente.

P.- ¿El papa Francisco le da argumento para un libro?

R.- Yo escribí ‘El papa rojo’, que era una novela policíaca… pero quedé saturado de púrpura. Francisco es un señor cargado de muy buena voluntad y de muy buena fe, pero que ha caído en un nido de víboras, si se me permite la expresión. Mucho está durando… Bastante tiene con seguir en pie. Al finalizar su primer año de pontificado pensé que se volvería a Buenos Aires. La verdad, le deseo lo mejor.

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