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“No necesitamos héroes sino personas normales”, reclama Amedeo Cencini en las Jornadas de Pastoral Juvenil Vocacional

  • Amedeo Cencini, experto en teología de la Vida Consagrada, analizó los elementos que componen la vocación cristiana y señaló algunas indicaciones pastorales a partir de la “sensibilidades” de la sociedad actual
  • Reivindicó que “la vocación cristiana lleva a seguir el modelo redentor, el de una persona que se hace cargo de otra persona, que se hace salvador”





Una misa en la capilla del colegio Nuestra Señora del Recuerdo de Madrid supuso el inicio del segundo día de las XLVII Jornadas de Pastoral Juvenil Vocacional dedicadas a “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. El camino hacia el Sínodo 2018”, organizadas por la Confederación Española de Religiosos.

La celebración, presidida por el salesiano Xabier Camino, del equipo de CONFER dedicado a esta área, fue una ocasión para rezar por la vocaciones. En su homilía, el sacerdote señaló que “mirando a María de Nazaret descubrimos el horizonte de nuestra vida creyente”. Para el salesiano, “escuchar la Palabra y ponerla en práctica en nuestra vida es una de las señales que pueden interrogar a los jóvenes y, en consecuencia, suscitar preguntas vocacionales”.

El arte de tomas decisiones como creyente

El religioso canosiano Amedeo Cencini ha animado gran parte de la mañana de este sábado, 24 de octubre. En un primer momento ha presentado una reflexión sobre la “el discernimiento desde el discipulado y el crecimiento espiritual”. Su intervención estuvo centrada en el discernimiento, como el “arte de tomas decisiones como creyente”, según el teólogo de la Vida Consagrada.

Partiendo de esta definición, analizó los elementos que forman parte de este proceso de discernimiento: “el adulto en la fe, sujeto del discernimiento” como “peregrino con sentido del misterio” y “mamante que busca al Amado” y la “acción de Dios en la persona” que es el “objeto del discernimiento” en la que entran la iniciativa de Dios necesaria para la “respuesta humana”. Para el religiosa, “el discernimiento no es una técnica o una estrategia, es una actitud vital del amado en busca del amante”.

A estos aspectos ha añadido la “sensibilidad humana” como “objeto y sujeto del discernimiento”. La “sensibilidad vocacional”, para Cencini, es el “deseo interior de buscar el propio lugar en la vida, escucha de todo lo que ayuda en esa búsqueda”. En este sentido, expresó que “cada uno tiene la sensibilidad que se merece, que se ha construido, con las decisiones de cada día; ya que cada elección es importante”. Por ello, “para despertar la sensibilidad vocacional, tenemos que despertar antes otras sensibilidades de las personas”, señaló.

El riesgo de la vocación cristiana

En la segunda parte de su intervención, Amedeo Cencini ha propuesto distintas “sensibilidades” importantes a la hora de hacer la “propuesta vocacional” concreta: la “intelectual-veritativa”, la “orante-obedencial”, la “espiritual-teológica”, la “ético-moral”, la “humana-cristiana” la “verdadera-bella-buena” y la “confiante-decisiva”. A estos ocho aspectos añadió algunas indicaciones pedagógicas concretas: “la atención a la sensibilidad en general y a la elección única”, a la “sensibilidad cristiana o fe como creyente”, a las “diversas sensibilidades individuales” y “a los elementos constitutivos individuales de la sensibilidad”.

Y es que una de las constantes que ha presentado el canosiano es la distinción entre la decisión humana y cristiana. “Si buscamos decidir humanamente, queremos seguridad, al menor precio, que sea revisable y reversible; calculada y sin riesgos”, señaló; mientras que la decisión cristiana implica riesgo, no ofrece claridad absoluta, pero es confiada y fiel, porque “la vocación cristiana lleva a seguir el modelo redentor, el de una persona que se hace cargo de otra persona, que se hace salvador”. En este sentido “la vocación es aquella llamada y elección que dice la verdad de mi vida, que la hace bella y buena”, definió. Por ello, en la animación vocacional “no necesitamos héroes sino personas normales que quieren hacer de su vida don recibido, un don donado”, sentenció Cencini.

 

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