El benedictino Josep M. Soler, abad de Montserrat, ha confirmado que no ha recibido ninguna petición oficial para actuar como mediador entre el gobierno central y el catalán para buscar una solución a la crisis catalana. No obstante, para el sacerdote, el mejor camino posible es el “diálogo” y ha reclamado “que nadie salga humillado” en la solución del conflicto.
Ayer lunes 16 de octubre, durante el almuerzo ‘Barcelona Tribuna’ –foro de opinión y debate organizado por la Societat Econòmica Barcelonesa d’Amics del País (SEBAP), la Asociación Española de Directivos (AED) y el Grupo Godó-La Vanguardia–, el monje señaló que los monasterios “son lugares en que se intenta establecer puentes y facilitar relaciones”, cuando se preguntó por la posible mediación de él y del arzobispo de Barcelona, el cardenal Juan José Omella, presente en el acto.
Puentes al diálogo
Y es que el abad fue invitado a impartir una charla sobre ‘Los monasterios en la Europa actual. ¿Parásitos o artesanos de humanismo?’. A la vez que ha indicado que aunque no hay esa petición formal, está dispuesto a ofrecer su abadía, ya que para él “no podemos dar las posibilidades de diálogo por cerradas a día de hoy. Sería perder la esperanza y perder la confianza incluso en las personas”, tarea que ejemplificó con la imagen de quien toca el violín en medio del estruendo.
Para el superior monástico, “hace falta hablar, dejar quizás los sentimientos que se puedan tener y que se hayan vivido en este proceso, y sentarse y mirar lo que realmente conviene a la mayoría”. Un diálogo en el que ambas partes tienen que ceder para buscar lo mejor para esa mayoría. También ha pedido que se rebaje la tensión social, citando a que alguien le ha comentado que médicos, psicólogos y fisioterapeutas tienen más trabajo por la tensión de la gente.
Animó a Mariano Rajoy y a Carles Puigdemont a buscar soluciones, y sobre la división social en Cataluña, señaló que hay “confrontación, pero decir que está dividida aún no se puede decir”, por lo que ha pedido que se trabaje para dialogar respetando a las personas y sus ideas. Bromeó señalando que invitaría a ambos políticos “a cenar y que hablen” y les recordaría lo de “a Dios rogando y con el mazo dando”. Aunque señaló que “la cuestión en manos de Dios”.
La Iglesia, lugar abierto a todo el mundo
Para el abad, esta petición al diálogo coincide con la hecha por el diario del Vaticano, >L’Osservatore Romano, y con la nota emitida por la Conferencia Episcopal Española. Defendió, además, el apoyo de 400 religiosos catalanes a favor del derecho a decidir, porque “como ciudadanos tienen derecho a opinar, y afirmó que “la Iglesia tiene que mantener el ser un lugar abierto a todo el mundo, un hospital del campaña”, se tengan las creencias que se tengan.
También fue preguntado sobre los traslados de sedes sociales de empresas, ante representantes Gas Natural, La Caixa o Telefónica y el conseller d’Empresa, Santi Vila, que asistían a la charla, y señaló que no es especialista en economía pero que le parece preocupante porque, cuando algunas empresas se fueron del País Vasco por ETA, no volvieron.