Colombia

Arte al servicio del protagonismo juvenil

El trabajo del Colectivo Teatral Eureka en Soacha





La operación en la cantera se expande. Sobre el tajo abierto, las volquetas transportan eufóricamente el producto de la extracción: arena y grava, materiales para construir el orden lejos ahí. Una paradoja, porque el costo es el caos que la minería multiplica en el sur de la Sabana de Bogotá: destruye arroyos subterráneos, cerca de la mayor fábrica de agua del mundo; erosiona el suelo y hace aparecer desiertos en medio del verdor de las montañas.

Un capataz aprieta su correa y la estrella desesperadamente contra el suelo. Las casitas que golpea salen a volar. Más temprano que tarde, la depredación ambiental termina afectando a las personas y a  sus comunidades. Es una representación. El Colectivo Teatral Eureka, conformado por jóvenes de Soacha vinculados a Fe y Alegría, visibiliza lo que pasa en su territorio. La puesta en escena tiene lugar en la Universidad Pedagógica Nacional.

Defender la vida

Muchos de los integrantes del grupo son desplazados y han conocido de cerca la violencia que obligó a sus familias a llegar al centro del país. Ya en Soacha, nuevas dinámicas violentas les salen al encuentro, permanentemente. Sin embargo, en el teatro han encontrado una alternativa para reunirse y soñar con el cambio.

Este año, por ejemplo, el grupo participó en una marcha en defensa de la vida que recorrió las calles de Altos de Cazucá. Decenas de personas se unieron para rechazar el asesinato de jóvenes en el sector. Por aquellos días, fueron puestos en circulación panfletos que anunciaban “limpieza” a partir de las nueve de la noche. Las hojas estaban firmadas por las Autodefensas Gaitanistas de Colombia y advertían con tono amenazante: “no nos hacemos responsables si en el fuego cruzado caen niños, madres, padres, esposos, esposas”.

Hasta hoy, el control violento de la zona está asociado al negocio de la droga y al de la apropiación y venta de terrenos. Por aquellos días corría la voz de que en el sector de Caracolí grupos paramilitares re-vendían lotes después de desplazar a sus habitantes. Pistoleros a sueldo enviados a matar también habían sido asesinados. Cundía el miedo, y no faltaban las miradas intimidantes oteando desde las esquinas. Pero, ese domingo, que coincidió con la celebración del día de la afrocolombianidad, el barrio Oasis se convirtió en escenario de bailes, canciones y representaciones teatrales.

Sobreponerse al miedo

El trabajo que Eureka realiza está respaldado en una forma particular de entender el teatro en su dimensión política. Como explica Rolando Malaver, director del grupo, la idea es que los jóvenes se piensen de un modo distinto y se configuren como sujetos de transformación. Si el contexto en que viven es violento, que sean capaces de contrastar su realidad con otr

as perspectivas y que tengan conciencia de que ante ellos se abren caminos diversos de decisión.

Articularse con otros grupos ha servido para apropiarse de la situación que se vive en la región y recuperar espacios para la comunidad. El Colectivo Territorial Amauta, por ejemplo, se ha propuesto proteger las cuencas de los ríos, con la idea de que no sean convertidas en botaderos de basura. Por obra y gracia de la reforestación, vuelven las especies nativas y se generan procesos de cooperativismo entre la gente.

Las obras de Eureka surgen en el marco de estas articulaciones y como fruto de un proceso comunitario de estudio. La última puesta en escena suposo investigar sobre derechos humanos, hasta el punto de adelantar un curso al respecto, vía internet. ¿Qué organizaciones le apuestan al tema del medio ambiente?, ¿de qué forma se organizan para mitigar el impacto ambiental?, ¿cómo debe ser nuestra respuesta?, fueron preguntas que los jóvenes se hicieron durante el proceso creativo.

Cuando los integrantes del grupo comienzan a convertirse en referentes para otras personas en sus barrios y su discurso sobre la realidad que viven trasciende la cotidianidad, los impactos del proyecto teatral cobran notoriedad en la vida de los jóvenes. Además, el voto de confianza de las familias se traduce en apoyo al grupo hasta en los momentos difíciles. Hace poco dos integrantes de Eureka sufrieron un asalto a mano armada, mientras se dirigían a una presentación. La reacción de una de las madres puso de relieve un aspecto más del valor del teatro en un contexto como Soacha: es una forma de sobreponerse al miedo.

Atención y apoyo

El Colectivo Teatral Eureka bebe de la tradición del teatro popular que dio vida en la década de 1980 a Kerigma, como fruto del trabajo pastoral juvenil de los misioneros claretianos en Bosa. Rolando viene de ese proceso y lo trae a colación al momento de reflexionar sobre el alcance del arte en una comunidad.

De Kerigma nacieron buena parte de las organizaciones artísticas que en la actualidad dinamizan la escena teatral en el sur de la Sabana, así como carnavales y muestras de arte popular que hoy son considerados patrimonio cultural tanto en Soacha como en Bosa.

El teatro entonces fue una expresión de la iniciativa de las comunidades para organizarse y hacer frente a sus problemas. Y lo sigue siendo en manifestaciones como las que acompaña Eureka, cuando el grupo asume la tarea de llevar a escena reflexiones no solo sobre Derechos Humanos y medio ambiente, sino también sobre comunicación comunitaria, género, identidad y memoria histórica. Tales fueron los temas tratados en la obra que presentó el colectivo en la Pedagógica, semanas atrás; cuando se sumó a los demás colectivos juveniles que anima Fe y Alegría en el centro del país, con el fin de responder a la pregunta acerca de qué es la vida digna.

“Soacha tiene jóvenes con mucho talento, falta prestarles atención y apoyarlos”, dijo uno de los integrantes de la agrupación teatral a Vida Nueva, una vez terminada la puesta en escena. Para Andrés Acosta, lo que él y sus compañeros hacen con el teatro, generando conciencia, es también una forma de contrarrestar las estigmatizaciones y abogar para que se vea lo positivo que los jóvenes tienen para aportar.

FOTOS: GALO NARANJO

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Alicia Ruiz López de Soria, ODN







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