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Arzobispo de Acapulco: “La pobreza constituye una forma de violencia”

  • “Es un problema multidimensional, pero hunde su raíz profunda en los sistemas políticos y sociales dominantes”, aseguró Leopoldo González





México es uno de los países con mayor desigualdad en la distribución de la riqueza en el mundo, situación que se ha agravado por varios factores, entre ellos –señala el documento de los obispos Que en Cristo nuestra Paz, México tenga vida digna­–, el deterioro de la capacidad adquisitiva de los trabajadores; el incremento del desempleo; la falta de condiciones favorables para la micro, pequeña y mediana empresa; la caída en la calidad de vida; la corrupción endémica; la paulatina disolución de las clases medias y la concentración de riqueza en pocas manos.

Con motivo del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, que se conmemoró el pasado 17 de octubre, el arzobispo de Acapulco, Leopoldo González González, ha emitido un mensaje en el que señala que a pesar de los esfuerzos realizados, la pobreza sigue siendo uno de los desafíos internacionales, “pero en un mundo en el que se han alcanzado niveles de desarrollo impredecibles, es un escándalo moral”.

Tras señalar que hay quienes afirman que la pobreza es un problema multidimensional, es decir, con múltiples causas que afectan dimensiones de la vida personal y social, el Arzobispo aseguró que lo que es un hecho es que “su raíz profunda está en los sistemas políticos y sociales dominantes, y representa una forma de violencia”.

En este sentido, recordó las palabras del papa Francisco: “La pobreza tiene el rostro de mujeres, hombres y niños explotados por viles intereses, pisoteados por la lógica perversa del poder y el dinero… Hoy en día, desafortunadamente, mientras emerge cada vez más la riqueza descarada que se acumula en las manos de unos pocos privilegiados, con frecuencia acompañada de la ilegalidad y la explotación ofensiva de la dignidad humana, escandaliza la propagación de la pobreza en grandes sectores de la sociedad entera”.

La pobreza en Guerrero

Leopoldo González, recién nombrado por el Santo Padre como Arzobispo de Acapulco, explicó que, según datos de la Evaluación de la Política de Desarrollo Social del CONEVAL de 2016, en Guerrero, el 64.4 por ciento (2 millones 315 mil personas) de la población vive en situación de pobreza, y el 23 por ciento (alrededor de 825 mil 200 personas) se encuentra en condiciones de pobreza extrema. Apenas el 8.6 por ciento de los habitantes de estado (307 mil 500 personas) están situados en la franja de las personas “no pobres” y “no vulnerables”.

El mismo CONEVAL revela que entre las principales carencias de los guerrerenses se encuentran: educación, salud, vivienda, alimentación, seguridad social y servicios básicos, y cuatro de cada diez ciudadanos no tiene acceso a tres de estos derechos. Además, el 67.6 por ciento (2 millones 430 mil 300 personas) tiene ingresos inferiores a la línea del bienestar.

Pese a ello, Leopoldo González reconoció los esfuerzos hechos por las autoridades del Estado y de los empresarios, “que en medio de las crisis han hecho hasta lo imposible para conservar los empleos de muchas personas”, lo que ha permitido que –según el propio CONEVAL– Guerrero ya no se encuentre entre los tres estados de mayor pobreza de México. “El avance alcanzado fortalezca el esfuerzo por continuar construyendo todos, mejores condiciones de vida”, dijo.

Ante la pobreza, la misericordia

Finalmente, el Arzobispo de Acapulco se refirió a la carta apostólica Misericordia et misera, del papa Francisco, en la que señala que “el mundo sigue generando nuevas formas de pobreza espiritual y material que atentan contra la dignidad de las personas, y por este motivo, la Iglesia debe estar siempre atenta y dispuesta a descubrir nuevas obras de misericordia y realizarlas con generosidad y entusiasmo”.

“Esforcémonos –refirió– en concretar la caridad y, al mismo tiempo, en iluminar con inteligencia la práctica de las obras de misericordia… estamos llamados a darle un rostro nuevo a las obras de misericordia que conocemos de siempre. La misericordia se excede; siempre va más allá, es fecunda. Es como la levadura que hace fermentar la masa y como un granito de mostaza que se convierte en un árbol”.

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