“Se mata al rey y a los policías malos”. Así era el “final feliz” del cuento infantil –dirigido a niños de 7 años– que una monitora de extraescolares del colegio de los jesuitas de El Clot les contó.
Lo pone de manifiesto el requerimiento que el Ministerio de Educación, a instancias de la Alta Inspección de Cataluña, envió al Departamento de Enseñanza de la Generalitat instándole a “exigir responsabilidades por adoctrinamiento e incitación al odio” tras este suceso, que tuvo lugar el día después del referéndum del 1 de octubre, para conmemorar el Día Internacional de la No Violencia.
¿Adoctrinan los colegios católicos en Cataluña? “No”, responde de forma tajante Llorenç Puig, presidente de Jesuïtes Educació.
“Queremos acompañar a los alumnos en su crecimiento, para que lleguen a ser personas conscientes, compasivas, comprometidas y competentes, con el horizonte profundamente humanizador del Evangelio, para que sean en el futuro hombres y mujeres para los demás, generadores de una sociedad mejor, más sana, más justa, más humana, más fraterna que la que les estamos dejando”, sostiene el religioso.
Y recalca: “Esta es nuestra misión y es la que hacemos desde hace muchos años de manera decidida y valiente”. De hecho, “es precioso ver el testimonio de tantos antiguos alumnos y familias que estos días nos han dicho que siguen confiando en nosotros, porque nos conocen y porque saben que trabajamos con rigor”. Y es que “si algo duele de esta situación de ‘tempestad mediática’ es que se ponga en cuestión la profesionalidad de nuestros educadores y, sobre todo, su vocación y su limpia pasión educativa, que es extraordinaria”, continúa. (…)
Sobre la presencia del hecho político en la escuela, el también delegado de la Plataforma Apostólica Territorial de Cataluña señala que “no debe interferir en las aulas, ni menos generar divisiones o hacer sentir mal a nadie. Esto lo tenemos muy claro”. Pero, por otra parte, “es normal que las aulas tengan ventanas abiertas para ver, con espíritu crítico, lo que sucede en nuestro mundo. Una escuela no debe optar por ninguna opción política, pero sí debe capacitar a los alumnos para ser ciudadanos lúcidos en un mundo complejo”, añade. (…)