España

Omella: “Ojalá acojamos el testimonio de reconciliación de los mártires en estos momentos”

  • Más 3.000 personas participan en la beatificación de 109 misioneros claretianos en la Sagrada Familia de Barcelona
  • “La única venganza del cristiano es el perdón de los enemigos”, señala en su homilía el cardenal Angelo Amato





No tenim por, no tenemos miedo”. Este ya emblemático grito que durante el mes de agosto se escuchó por toda Cataluña y España como repulsa por los atentados yihadistas de Barcelona y Cambrils, se escucho también en la mañana de este sábado 21 de octubre en la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, que ha vivido un nuevo día histórico al acoger su primera ceremonia de beatificación, dando cobijo a la causa de 109 mártires claretianos, que, además, es la más numerosa de una sola congregación religiosa.

“No tenemos miedo”, reiteró el cardenal Angelo Amato, que presidió la ceremonia, porque los cristianos “tenemos un potente antivirus, que es el amor a la vida y no a la muerte, al gozo y no al miedo”, y este contexto situó la entrega de los nuevos 109 beatos.

En este sentido, el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, afirmó que “la única venganza del cristiano es el perdón de los enemigos. Por ello, la Iglesia celebra a los mártires no por venganza, sino para volver a ofrecer la verdad de la caridad y el perdón sin límites”.

“Virulenta epidemia de muerte

El purpurado italiano se refirió al contexto de guerra civil en la que los religiosos fueron martirizados entre los años 1936 y 1937, señalando que “la historia de la persecución española es la historia del martirio de una Iglesia antigua y rica en santidad, la historia del amor que vence al odio, del amor que, de hecho, es más fuerte que el odio, y donde la vida es más fuerte que la muerte”.

La persecución religiosa en España fue una virulenta epidemia de muerte y destrucción que dejó miles y miles de víctimas indefensas e inocentes, pero que, sin embargo, hizo emerger el corazón de miles de hombres y mujeres, que se convirtió en la sabia del dinamismo actual de la Iglesia española actual”, abundó el prefecto.

“Ante el tsunami de la persecución -añadió-, los mártires actuaron con las poderosas armas de la caridad y el perdón” y “respondieron perdonando, orando y gritando no tenemos miedo”, dando lugar a “la semilla de un nuevo cristianismo más fuerte y más consciente de la verdad del Evangelio”.

“Los mártires invitan a la primavera”

Amato subrayó que “el cristianismo no produce las flores del mal, sino las flores del bien” y que los nuevos beatos son “testigos heroicos del Evangelio”, por ello, preguntándose sobre qué decir ante “la moderna masacre de inocentes”, reiteró que “los mártires claretianos no tuvieron miedo, estaban dispuestos en cruz a sacrificar sus vidas para decir al mundo que el bien vence al mal”.

Amato terminó parafraseando al papa Francisco, cuando este afirmó que “somos gente más de primavera que de otoño”. En este sentido, señaló que “los mártires claretianos invitan a ser hombres y mujeres de primavera, portadores de los brotes y flores de un mundo nuevo, y a transformar el rencor en perdón a los enemigos, que también están invitados a la redención, y nos invitan a no tener miedo a nuestra identidad cristiana, sino a sentirnos orgullosos de ella”.

Omella y la necesidad de “favorecer ámbitos de diálogo”

Ante de concluir la ceremonia, tomaron la palabra Mathew Vattamattam, superior general de los claretianos y el arzobispo de Barcelona. Se esperaba que, ante los acontecimientos políticos que se están viviendo ante la crisis institucional en Cataluña, pudiese aparecer alguna velada alusión al tema. Y así cabe interpretar las palabras del cardenal Juan José Omella cuando señaló la importancia de “favorecer ámbitos de diálogo y conocimiento mutuo”, pero también cuando señaló que los nuevos beatos “son un ejemplo de reconciliación en tiempos convulsos y nos dejan un ejemplo precioso que ojalá supiésemos en estos momentos acoger en nuestra propia vida y en estos momentos de nuestra historia”.

La ceremonia de beatificación comenzó a las diez de la mañana. Presidida por el cardenal Angelo Amato, a quien acompañaron una treintena de obispos de todo el mundo y más de 300 sacerdotes, y que contó con la participación de 3.000 asistentes, entre ellos, un millar familiares de los nuevos 109 mártires.

El cardenal arzobispo de Barcelona y el superior general de los claretianos flanquearon, como concelebrantes principales al purpurado italiano, el responsable de oficiar este tipo de ceremonias cuando se celebran fuera del Vaticano, donde las preside el Papa.

La mayoría de los mártires, asesinados en Cataluña

Al inicio de la misa, tras la petición pública de beatificación, se leyó la bula del papa Francisco que promulga la creación de los nuevos beatos, tras lo cual se procedió a descubrir por primera vez el icono de María con el corazón y las llamas que representan a los nuevos beatos. En ese momento, hubo una procesión con una arqueta que contiene las reliquias de algunos de los 109 mártires.

De ellos, 73 son nacidos en Cataluña, 14 en Navarra, 4 en Huesca, 5 Burgos, 2 en Logroño, 2 en Palencia, 2 en Zaragoza, 2 en Teruel, 1 en Álava, 1 en Cádiz, 1 en Madrid, 1 a Valencia, y 1 de Auch (Francia).

La mayoría fueron asesinados en Cataluña, razón por la cual la celebración ha tenido lugar en Barcelona. El grupo de los 109 mártires pertenecían a las comunidades de Cervera – Mas Claret y Solsona (60), de Barcelona (8), de Sabadell (8), de Lleida (11), de Vic y Sallent (15). Fuera de Cataluña la causa incluye los mártires de las comunidades de Castro Urdiales, en Santander (3), y de Valencia (4).

Domingo 22, misa de acción de gracias

El de este sábado ha sido el acto central, pero la celebración por estas beatificaciones comenzó la víspera, el viernes 20, con una vigilia de oración en el Santuario del Cor de Maria, presidida por el padre Mathew Vattamattam, y se continúa al día siguiente, domingo 22 de octubre, con una eucaristía de de Acción de Gracias, también en el Cor de Maria, presidida por el cardenal Juan José Omella.

 

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