Nutre a un Niño, ejemplo de creatividad frente a la desnutrición y la pobreza en México

  • Cientos de familias se han visto beneficiadas gracias a un modelo de atención enfocado en la salud y la nutrición infantil, en el cuidado del medio ambiente y en el desarrollo económico de zonas vulnerables

 

Nutre a un Niño, ejemplo de creatividad frente a la desnutrición y la pobreza en México

En 1997, luego de que la Costa Chica del estado de Guerrero se viera gravemente afectada por el paso del Huracán Paulina, un grupo de voluntarias se dio a la tarea de atender las necesidades de la localidad de Cuajinicuilapa, cerca del estado de Oaxaca. Pronto se dieron cuenta que además de los problemas propios de la emergencia, dicha comunidad padecía un flagelo que nada tenía que ver con los desastres naturales: la desnutrición infantil a causa de la pobreza.

Con el apoyo de voluntarios del Colegio Vista Hermosa de la Ciudad de México, perteneciente a los Misioneros Oblatos de María Inmaculada, se llevó a cabo la reconstrucción de aquella comunidad, pero lo más importante es que se inició un proyecto integral en favor de la población afectada, mismo que hasta el día de hoy sigue generando beneficios a cientos de familias en situación de vulnerabilidad en otros estados del país.

Ecotecnias

En entrevista, María Calderoni Reyes, directora de la asociación civil Nutre a un Niño, asegura que a lo largo de 20 años, más de cuatro mil infantes mexicanos se han visto favorecidos gracias a la implementación de dicho proyecto, el cual está basado en ecotecnias; es decir, innovaciones tecnológicas diseñadas con la finalidad de preservar y restablecer el equilibrio entre la naturaleza y las necesidades humanas, así como en programas enfocados en la salud y la nutrición infantil, en el cuidado del medio ambiente y en el desarrollo económico.

“Se trata de un Modelo de Atención probado y evaluado para el desarrollo infantil y comunitario”, afirma Calderoni, y agrega: “Este modelo tiene una duración de cuatro años: en el primero se trabaja en el tema de la desnutrición a través de talleres de salud, y en los años posteriores realizamos la implementación y funcionamiento de las ecotecnias”.

El equipo tecnológico que se le brinda a las familias es una estufa eficiente Patsari, que elimina el humo en los hogares; un sanitario seco, que evita la defecación al aire libre; un sistema de captación de agua pluvial; una cama de lombricomposta; un huerto, y un gallinero de traspatio para asegurar el acceso a alimentos saludables.

Alianzas que funcionan

Para la implementación de las ecotecnias –refiere– Nutre a un Niño entró en contacto con algunas organizaciones que se han especializado en ello; la estufa, por ejemplo, es de la empresa Grupo Interdisciplinario de Tecnología Rural Apropiada, y cada año hace mejoras en el funcionamiento de la misma.

De igual manera, para la implementación del sanitario seco la organización civil se alió con el Grupo para Promover la Educación y el Desarrollo, y para la cisterna, con fines de recolección de agua de lluvia, con Rotoplas.

“Un ingeniero agrónomo de Nutre a un Niño es quien se encarga de que las ecotecnias funcionen correctamente, ya que previamente se encarga de identificar las necesidades de las comunidades en las que se implementa el programa”, dice.

Calderoni afirma que este año la asociación está trabajando con 359 niños, pertenecientes a 250 familias en 18 comunidades distintas; para ello, cuenta con 745 voluntarios activos de empresas y colegios aliados.

Consideró que un dato importante es que el 40% de lo que se produce en los huertos y gallineros se comercializa, lo cual ha generado un incremento del 20% en los ingresos de algunas familias.

El reto inmediato

Como en toda organización, no faltan las dificultades, y para Nutre a un Niño una de ellas es la sostenibilidad financiera: “queremos ser sostenibles económicamente, sin estar siempre dependiendo de donativos; eso es algo que estamos actualmente buscando”, asegura la directora de la organización.

Un problema al que también se han enfrentado es el cambio climático; “y es que, como hacemos proyectos productivos, como son los huertos y los gallineros, nos hemos enfrentado a heladas poco comunes. Esto nos ha llevado a dotar, antes de tiempo, de semillas de invierno a las comunidades”.

También señaló que se han enfrentado a la desmotivación y  la poca participación de las comunidades por la desconfianza que se tiene en México hacia los proyectos sociales; “pero gracias al tiempo de duración del Modelo de Atención cada vez son más las familias que confían en nosotros”, concluye.

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