“Tratemos de garantizar que todos los refugiados puedan vivir en paz, porque todavía se están produciendo enfrentamientos”. Así lo afirma Michael Didi Adgum Mangoria, arzobispo de Khartoum, refiriéndose a la situación en los nueve campamentos de acogida de Sudán del Sur, según recoge Fides.
El arzobispo ha indicado que está tratando de hacer todo lo posible para solucionar el problema étnico en los campos de refugiados. “He dicho al sacerdote que se ocupa de los refugiados que si veo o escucho a alguno de ellos tratando de alimentar las divisiones, lo suspendo”, explica. Y esta es su forma de enviar un mensaje claro de que no va a tolerar el tribalismo.
El prelado ha manifestado su decepción al saber que en uno de los campamentos, varias comunidades étnicas han decidido construir pequeñas chozas para reunirse para el culto en función de sus afiliaciones tribales. Y les ha dicho que “si no crean un lugar común de oración para todas las comunidades, no enviaré sacerdotes para los servicios religiosos”, concluye.
El Vaticano niega el plácet al embajador propuesto por Líbano. El actual cónsul general del país en Los Ángeles, Johnny Ibrahim, ha estado afiliado a una logia masónica, lo que ha provocado el rechazo de la Santa Sede, según pública Il Messaggero.
El mismo medio indica que durante la visita del presidente libanés Saad Rafic Harriri a Francisco, este ya le comunicó la noticia, que el mandatario habría aceptado comprometiéndose a buscar una solución.
No obstante, fuentes vaticanas indican que el motivo principal es que el cónsul se haya presentado como nuevo embajador, incluso ante autoridades eclesiásticas estadounidenses, antes de recibir el consentimiento, lo que va en contra de los protocolos diplomáticos.
La Cámara de Representantes de Filipinas no ha renovado todavía la licencia de la Conferencia Episcopal de Filipinas (CBCP) para operar sus 54 estaciones de la Red Católica de Medios (CMN por sus siglas en inglés). Y el Episcopado filipino cree que las críticas al presidente Duterte pueden estar detrás.
Los católicos filipinos temen que se les quiera silenciar, según recoge UCA News. La instancia para renovar la licencia se presentó en enero, ya que la anterior expiró el 7 de agosto. No obstante, la solicitud, que buscaba la extensión de la licencia, o franquicia por otros 25 años, sigue estancada en el comité del Congreso.
El padre Jerome Secillano, secretario del Comité de Asuntos Públicos de la Conferencia Episcopal de Filipinas, no descarta que la razón del fracaso de la renovación de la franquicia se deba a que la Iglesia ha criticado a Rodrigo Duterte por la espiral de violencia en la que está sumida el país. “Es la voz de la gente y nuestra búsqueda de la verdad lo que está socavando el Congreso”, dijo el sacerdote.