Este jueves 26 de octubre, el papa Francisco ha mantenido un conversación mediante videollamada con astronautas de la Estación Espacial Internacional, uno de ellos italiano y los demás rusos y norteamericanos. Debido a la complejidad de una conversación de este tipo, Francisco ha estructurado el coloquio en forma de sencillas preguntas que han ido respondiendo los astronautas.
En primer lugar, el Pontífice se ha interesado por cuestiones tan trascendentales como el origen del universo y el lugar del hombre en el mismo, preguntando si desde la perspectiva que ofrece el espacio se ven las cosas de otra forma.
El astronauta italoparlante ha dado una humilde pero interesante contestación: “Santo Padre, son cuestiones muy complejas, que me dejan perplejo. Yo soy ingeniero, me siento a gusto entre máquinas, pienso que nuestro objetivo es conocer, y cuanto más conocemos, más allá queremos llegar para entender el universo. Pero ojalá en el futuro los teólogos, filósofos y poetas puedan venir al espacio para profundizar en estas cuestiones desde otra perspectiva”
A continuación, el Papa, complacido por la respuesta, les ha inquirido acerca del amor. “¿Que sentido tiene para vosotros, astronautas e ingenieros, para llamar amor a la fuerza que mueve el universo?”, ha preguntado.
En esta ocasión ha sido un astronauta ruso quien ha respondido al Papa, hablando del libro de Antoine de Saint-Exupèry, ‘El Principito’: “En este libro el protagonista está dispuesto a dar su vida para salvar a otros seres vivos. Creo que el amor es una fuerza muy importante porque es lo que nos lanza a actos tan desinteresados”.
Francisco se ha mostrado muy alegre al escuchar esta explicación. “Cierto –ha replicado–, sin amor no es posible dar la vida por otros. Se ve que has entendido el mensaje del libro, mensaje que los rusos lleváis en la sangre, en vuestra religión y tradición. Gracias, qué bonito”.
El Papa, movido por la curiosidad, les ha cuestionado acerca de las razones por las que decidieron hacerse astronautas, y ha obtenido dos respuestas, de un ruso y un americano. El ruso le ha explicado cómo su abuelo trabajó en el proyecto del Sputnik, por lo que su profesión es la continuación del sueño de su abuelo, ir al espacio, la última frontera para la humanidad y para la ciencia.
El americano ha explicado que lo que le da paz en la Estación es mirar la Tierra “desde la perspectiva de Dios creador, desde fuera (…) es interesante ver un mundo que por dentro está lleno de guerras y desde fuera se ve tan completo, sereno y sin fronteras. Es imposible ver esta belleza y que no te toque el alma”.
El Pontífice ha respondido: “La mirada de Dios y la del abuelo es lo que debemos buscar, una mirada de esperanza, entender que el mundo es frágil y la atmósfera fina; resulta ininteligible ver tanta guerra aquí”.
La última pregunta de Francisco se ha referido al trabajo en grupo de gente diversa. “Nuestra sociedad es individualista, pero en la vida es esencial la colaboración. Habrá mucho trabajo allí. ¿Tenéis algunos ejemplos de colaboración entre vosotros?”.
El único astronauta que aún no había hablado, estadounidense de origen puertorriqueño, ha sido quien ha contestado al Papa: “Colaboramos con centros de control de todo el mundo, somos todos de distinto país y cada uno tiene su identidad y su tradición. Nuestra diversidad nos hace mas fuertes, y en grupo todos aportamos cosas que nos fortalecen”.
“Cierto, el total es mayor que la suma de las partes. Sois un pequeño palacio de vidrio y os siento muy cercanos, hermanos. Rezaré por vosotros y os pido que también vosotros recéis por mí”, ha concluido su Santidad.