América

Seis mitos y seis verdades sobre la reducción de la mayoría de edad penal en Brasil

  • Avanza el debate frente al proyecto legislativo favorable a la disminución la edad penal de 18 a 16 años
  • “No se puede desistir de los jóvenes brasileños”, afirma a Vida Nueva Maurício Perondi, director del Observatorio Juventudes de la PUCRS





Continúa el debate en Brasil frente a la Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC 33/2012) que busca disminuir la mayoridad penal de 18 a 16 años de edad, para castigar la criminalidad y disminuir la violencia, mientras se espera la votación de la Comisión de Constitución y Justicia del Senado.

El pasado 24 de octubre, en la audiencia pública en la Comisión de Derechos Humanos (CDH) intervino la Orden de Abogados de Brasil (OAB), contraria a la iniciativa de la PEC 33/2012, como recoge el portal de noticias del senado. También la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) y la Asociación Nacional de Educación Católica (ANEC) han levantado su voz para oponerse a la reducción de la edad penal y a los proyectos que propenden la punición de los jóvenes.



Vida Nueva entrevista a Mauricio Perondi, director del Observatorio Juventudes de la Pontificia Universidad Católica do Rio Grande do Sul (PUCRS), en Porto Alegre, quien se refiere a los ‘mitos’ y a las ‘verdades’ que hacen parte del actual debate.

Mauricio Perondi

Lo que está en juego

PREGUNTA.- ¿Cuáles son los ‘mitos’ y las ‘verdades’ que están en juego en el debate sobre la reducción de la edad penal?

RESPUESTA.- Existen varios mitos que alimentan la idea de que reducir la mayoridad penal traerá como consecuencia la reducción de la violencia. Algunos de los principales mitos y verdades sobre el asunto son los siguientes:

  • 1. Ante el mito de que los adolescentes no son responsables de sus actos, hay que recordar la verdad de que el Estatuto del Niño y del Adolescente responsabiliza de cada acto de infracción a todo adolescente a partir de los 12 años que entra en conflicto con la ley. Esta responsabilidad da lugar a medidas socioeducativas, que tienen por objeto contribuir en su proceso de socialización, invirtiendo en la capacidad de comprender el hecho ilícito, asumir las consecuencias de actuar de acuerdo con un nuevo entendimiento, y fundamentando su madurez psíquica.
  • 2. Otro mito es que el castigo más riguroso es la mejor forma de resolver el problema. Algunos estudios en las áreas de criminalística y de las ciencias sociales no encuentran relación directa entre el aumento de la punición y la disminución de la violencia; por el contrario, la verdad es que hay una tendencia según la cual un adolescente no dejará de cometer una infracción simplemente porque exista una ley punitiva. Esto acontece porque en muchos casos, quienes realizan una infracción están ligados a algún grupo, bajo la influencia de adultos. Siendo así, si la mayoridad fuera reducida a 16 años, esta forma de ‘reclutamiento’ tendería a suceder cada vez más precozmente.
  • 3. También existe el mito de que la mayoridad penal reduce la violencia. La verdad es que los países que redujeron la mayoridad penal no redujeron la violencia. En un análisis realizado por la ONU con 57 legislaciones de diferentes países, apenas el 17% adoptaron la edad menor a 18 años como criterio para la definición legal del adulto. Un caso reciente ocurrió en Alemania y en España, que habían reducido a 16 años, pero volvieron atrás y retornaron a los 18 años. Además, Alemania desarrolló un sistema especial para juzgar a los jóvenes entre 18 y 21 años.
  • 4. Otro de los mitos es que la sociedad está a favor de la reducción de la mayoridad penal, pero eso no es cierto. Innumerables instituciones y organizaciones que trabajan, hacen investigaciones y producen datos sobre adolescentes, y, por lo tanto, tienen conocimiento de causa, ya se han posicionado –y esa es la verdad– en contra de la reducción de la mayoridad penal. Entre estas se pueden destacar la UNICEF, la Organización de los Estados Americanos (OEA), el Consejo Nacional de los Derechos del Niño y del Adolescente (CONANDA), el Consejo Federal de Psicología (CFP), la CNBB, la ANEC, la OAB, entre otros.
  • 5. Hay otro mito que dice que el sistema de prisión es mejor que el sistema socioeducativo. Según los datos del Consejo Nacional de Justicia (de 2012), la verdad es que cerca del 70% de las personas que cumplen una pena en el sistema penal vuelven a delinquir cuando adquieren la libertad. En el sistema socioeducativo el índice es de un poco más del 20%. El ingreso anticipado de adolescentes en el fallido sistema penal brasileño los expone a mecanismos y comportamientos reproductores de violencia, ampliando su participación en el mundo del crimen.
  • 6. Por último, ante el mito de que los adolescentes son responsables de la mayoría de los crímenes, es importante destacar que, según la Secretaría Nacional de Seguridad Pública (SENASP) del Ministerio de Justicia, los adolescentes de 16 a 18 años son responsables por apenas 0,9% del total de los crímenes practicados en Brasil. Si se consideran solamente los homicidios y las tentativas de homicidios, el porcentaje cae a 0,5%.

Resumiendo, creo que existen dos grandes intereses detrás de esta medida que quiere reducir la mayoridad penal. El primero se enfoca en retirar de la vida social a un gran contingente de la ‘masa sobrante’ de adolescentes y jóvenes, dado que no hay empleo, educación secundaria y universitaria para todos los jóvenes. El segundo motivo puede estar relacionado a la tentativa de privatización de los presidios en Brasil, lo que favorecería a las empresas privadas que contarían con un contingente aún mayor de encarcelados.

¿Juventud como problema?

P.- ¿Sobre qué concepto de juventud se está desarrollando el debate frente a la reducción de la mayoría penal en Brasil?

R.- Quienes defienden este proyecto de reducción ven a la juventud como un ‘problema’, que incomoda, que perturba, que es violenta. Los jóvenes serían fuente de problemas sociales. De esta forma, no son percibidos como sujetos, que necesitan proyectos, políticas públicas y alternativas concretas de formación y de crecimiento. Es preciso romper con la cultura de la violencia y sus ciclos y, en este sentido, las acciones en el campo de la educación demuestran un impacto positivo en la disminución de la vulnerabilidad de los adolescentes al crimen y a la violencia. No se puede desistir de los jóvenes brasileños, colocándolos como ‘villanos’ que ponen en riesgo la nación, sino que es necesario valorarlos e invertir en ellos como parte importante en la construcción de una sociedad mejor.

Jóvenes víctimas de la violencia

P.- ¿Cuál es la posición del Observatorio Juventudes de la PUCRS al respecto?

R.- El Observatorio Juventudes de la PUCRS se opone a la reducción de la mayoridad penal, pues cree que, de este modo, se está buscando tratar las consecuencias y no las causas de la violencia social. Los jóvenes están siendo categorizados como los principales productores de la violencia cuando, en verdad, ellos están entre las principales víctimas. Faltan espacios para la presentación de datos y para la discusión en profundidad sobre las consecuencias que traería la reducción de edad penal, si llegara a acontecer. Las informaciones se han concentrado en programas de medios de comunicación de masa que dan repercusión a noticias y hechos de forma sensacionalista, apelando a la emoción y a un deseo social de venganza. Por eso, creemos que las instituciones educativas, las familias, las iglesias y los medios alternativos de comunicación deben ofrecer informaciones más cualificadas para que se tenga un conocimiento más profundo sobre el asunto.

Compartir
Etiquetas: Brasil










El Podcast de Vida Nueva