Seguramente, Guillermo Chaminade nunca imaginó que, casi dos siglos después, la Familia Marianista que fundó sería hoy una fuente de vida y de desarrollo humano y espiritual para cientos de miles de niños y jóvenes en todo el mundo. Es que hoy, la Familia Marianista –compuesta no solo por religiosos, sino también por laicos comprometidos– sigue respondiendo a la realidad en la que está inserta con diversas iniciativas solidarias y de compromiso social.
En Argentina, la misión de “trabajar por la educación, la inclusión social y el desarrollo humano integral, preferentemente con niñas, niños, adolescentes y jóvenes”, se desarrolla a través de la Fundación Misión Marianista (FMM), una institución que este año celebra sus bodas de plata. En el marco de este aniversario, Marisa Bursztyn de Núñez, su directora ejecutiva, conversó con Vida Nueva acerca de la importancia de la educación para el crecimiento de las personas y para el desarrollo de una sociedad más justa y solidaria.
– ¿Qué significa para el equipo de la FMM estar hoy celebrando estos 25 años de vida?
– Estar celebrando estos 25 años significa que muchas personas nos han precedido y que muchas obras se han realizado, dejando huella. Hace 25 años los Religiosos Marianistas pensaron que se hacían muchas acciones desde diversos sectores de la vida marianista, pero todas como compartimentos separados. Sintieron la necesidad de que la FMM fuera el brazo solidario de la Familia Marianista de la Argentina. Por eso, le encomendaron la tarea a un grupo de religiosos y laicos, quienes se reunieron sentando las bases para la creación de la FMM y dieron los primeros pasos. Muchas caras, nombres y proyectos se han llevado a cabo, en la mayoría de los casos, con el apoyo; en otros, con la participación o con la intervención de la FMM.
Para mi vida personal, este aniversario es un desafío muy grande por tratar de igualar el trabajo de las personas que me precedieron y el orgullo de pertenecer a la FMM. La trasparencia y el espíritu se mantienen vivos siendo la razón de ser de la Fundación.
– ¿Cuáles son los pilares que, 25 años después, mantienen vivo el espíritu y la razón de ser de la FMM?
– Los pilares que nos sostienen son: el favorecer el proceso educativo integral a través del impulso y sostenimiento de la tarea de instituciones, centros y proyectos educativos, especialmente dedicados a niños y jóvenes en situación de vulnerabilidad social; el impulsar programas que contribuyan al desarrollo económico del segmento más desfavorecido de la población; y el promover la evangelización mediante programas de capacitación de agentes de pastoral, estimulando la creación de comunidades cristianas; y difundir la Doctrina Social de la Iglesia.
Valores como la solidaridad, el espíritu de familia, el compromiso y la transparencia mantienen viva a la FMM y son su razón de ser. Son primordiales en cada proyecto que se piensa, que se escribe, que se desarrolla o que se presenta ante otras organizaciones y cada uno de los voluntarios lo vive al realizar los proyectos y/o programas de los que forma parte en diversas zonas del país.
– ¿Cómo ve a la educación? ¿Cree que es un derecho al que todos acceden por igual?
– Sabemos que la educación es un derecho al que no todos acceden por igual, un derecho del que muchos son expulsados. La FMM no tiene los pies sobre la educación formal, pero algo conoce de ella por todos los proyectos que apoya en los cuales se incluyen, por ejemplo, talleres de apoyo escolar. Aquí tenemos que hacer una diferenciación entre lo que sucede en los grandes centros urbanos y lo que sucede en los parajes o pueblos alejados de las grandes ciudades. En los centros urbanos, los expulsados de la escolaridad son consecuencia de la necesidad de salir a trabajar; esto genera la acumulación de inasistencias a clase lo que los deja libres; algunos pueden estudiar de noche, pero eso depende del lugar donde vivan tienen, ya que en algunas zonas la posibilidad de traslado es complicada. Otros llegan a la mayoría de edad y optan por diversos planes de terminalidad, porque se dan cuenta de que, sin estudios secundarios, sus trabajos no serán de calidad.
– ¿Y cuál es la realidad de las escuelas en los lugares alejados de los centros urbanos?
– En cuanto a los parajes, la dificultad aumenta porque, en la mayoría de los casos, solo hay escuelas primarias, entonces el acceso a la escuela secundaria es a través de instituciones de internados escolares. Ni qué decir acerca de los estudios de nivel superior, a los cuales el acceso es mucho más difícil y, en demasiados casos, imposible de soñar.
Desde la FMM desarrollamos varios proyectos en los cuales acompañamos a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes en su paso por la escuela primaria, para que logren con éxito terminar sus estudios secundarios y, finalmente, desarrollar una carrera terciaria o universitaria.
– ¿Qué vínculo considera que hay entre exclusión social y desarrollo humano? ¿Qué puede hacer la FMM al respecto?
– Sin inclusión no hay desarrollo. Por eso, la FMM promueve programas y proyectos desde cada una de las comunidades o lugares del país, involucrando a los protagonistas y a la población, tanto en la redacción de los proyectos como en la ejecución de los mismos. Creemos que es muy importante que la inclusión social y el desarrollo humano vayan de la mano, lo cual solo se puede dar cuando los que se sienten excluidos se empoderan de la situación de la que son parte.
– ¿Cómo se proyecta el futuro la FMM?
– La Fundación tiene muchos proyectos para el futuro, proyectos de inclusión social, proyectos propios y proyección de apoyo a pequeños grupos de personas que logren realizar sus sueños. Somos el brazo solidario de la Familia Marianista de Argentina, tendiendo puentes de solidaridad con el mundo de la pobreza y la exclusión social. Eso es lo que queremos seguir siendo.