El Arzobispo de Oaxaca, monseñor José Luis Chávez Botello, ha hecho un llamado al pueblo de México a seguir apoyando a las comunidades afectadas por los sismos de septiembre pasado, pues “la emergencia continúa, y la tarea de reconstrucción nos llama a no bajar los brazos y a fortalecer la solidaridad”.
A través de un comunicado publicado en la página de la Conferencia del Episcopado Mexicano, el arzobispo de Oaxaca recordó que en las semanas siguientes a los sismos se pudo constatar que el dolor y el sufrimiento acercan a los mexicanos, moviéndolos a la solidaridad; sin embargo, a poco más de un mes de los sismos, se corre el riesgo de pensar que la emergencia ya pasó.
Cabe mencionar que Oaxaca fue el estado con mayor número de municipios afectados tras el terremoto del 7 de septiembre, que dejó sólo en esa entidad 76 personas muertas. Al respecto, Chávez Botello informó que los sismos continúan en el Istmo, pero además han sufrido inundaciones y fuertes vientos que levantaron las láminas y lonas que protegían a los damnificados.
Aseguró que hoy más que nunca es importante cultivar una solidaridad permanente entre los mexicanos, más aún cuando viene el invierno, donde se registran fuertes enfermedades en la piel, gastrointestinales y respiratorias. “Que en invierno no se nos enfríe y se nos congele el corazón”, pidió.
Enlistó las necesidades que tienen los damnificados para sostenerse y levantarse: “alimentación, salud, trabajo, educación, reconstrucción de casas y espacios de encuentro, de servicios comunitarios y pasatiempos sanos, sobre todo para niños, adolescentes y jóvenes, quienes son más vulnerables a caer en adicciones, ganancias fáciles y ser enrolados en el mal. Se requiere también del acompañamiento espiritual y psicológico”.
La solidaridad estorba a la corrupción
Ante la emergencia –continuó monseñor Chávez Botello– sería criminal inyectar desconfianza, desalentar el apoyo y ayuda a los damnificados para aprovecharse de su dolor y necesidades. Y es que –consideró– la solidaridad y el compartir sin ningún interés con los damnificados siempre estorba a la corrupción y a las variadas formas de vivir del mal que se aprovecha de las necesidades vitales de los más pobres y frágiles”.
Dijo que ante el ambiente de egoísmo, ambición y corrupción que se vive en el país, los mexicanos necesitan aprender a “salir desde el corazón, ver lo que sucede, escuchar, responder y compartir de lo que tenemos; son acciones y actitudes que nos llevan a lo fundamental del ser humano y nos humanizan”.
Llamó a los mexicanos a experimentar la satisfacción de ayudar a alguien en concreto, según sus propias posibilidades: “conseguirle trabajo, apoyar a que se supere, uniéndose a otros para construir su casa”. Reconoció que un gran número de personas y grupos organizados ya ayudan en este sentido.
Finalmente, insistió en que a los mexicanos no los debe distraer la ambición y corrupción de algunos que se empeñan en lucrar con el dolor y la necesidad. “Salgamos de nosotros y, con creatividad y generosidad, hagámonos cercanos y tendamos la mano. Veremos frutos principalmente en nosotros al experimentar la dicha de ayudar a alguien a levantarse, a recobrar la confianza y a caminar mejor en la vida. Una satisfacción que no tiene precio”.