El Papa se ha desplazado hoy jueves 2 de noviembre, en la fiesta de todos los Fieles Difuntos, al cementerio americano del pueblo de Neptuno, a pocos kilómetros de Roma. Dicho cementerio alberga los restos mortales de soldados estadounidenses caídos en la Campaña de Italia durante la II Guerra Mundial, a los que Francisco ha rendido homenaje depositando flores en varias tumbas, entre las que se encontraban la de un italoamericano, la de un judío y la del soldado desconocido.
A continuación, sobre las 15:00 h., ha celebrado la Santa Misa en el lugar, y ha ofrecido una homilía en recuerdo de las víctimas de todos los conflictos armados. “Todos nosotros estamos reunidos en esperanza –ha comenzado–. La esperanza de encontrarnos con Dios, de reencontrarnos todos nosotros, esperanza que no nos defrauda”.
Sin embargo, ha reconocido que en ocasiones se hace complicado mantener viva la esperanza, especialmente al ver conflictos tan grandes como las guerras mundiales: “Quizá la oración que nos sale al ver este cementerio es ‘Creo que mi Redentor está vivo (…), creo que estos hermanos aquí enterrados están contigo…’. Pero, Señor, por favor basta, no más guerras, no más estragos inútiles”.
Se ha acordado especialmente de los jóvenes, “de todos los jóvenes, pero hoy en especial por los aquí enterrados. Miles y miles y miles de esperanzas rotas, de jóvenes muertos. No más, Señor. Con la guerra se pierde todo”, ha asegurado.
Seguidamente, ha relatado una anécdota sobre una anciana que, ante la vista del resultado de la bomba atómica que destruyó por completo la ciudad de Hiroshima, dijo: “Los hombres hacen de todo por declarar y luchar una guerra, y al final se destruyen a sí mismos”. “A esta anciana –ha explicado el Papa– solamente le quedaría tristeza en el corazón después de perder todo y a todos. Y es que si hoy es un día de esperanza, también es un día de lágrimas. Lágrimas como las de las mujeres a las que llegaba una carta diciendo que sus hijos y maridos habían caído como héroes de la patria. No debemos olvidar las lágrimas de una humanidad que no ha aprendido la lección y no parece que quiera aprenderla”.
“Cuando los hombres hacen la guerra –ha dicho al concluir la homilía– están convencidos de que traerán una ‘primavera’ al mundo. Pero acaba todo en un invierno horrible, cruel, con el reino del terror y la muerte. La guerra solamente trae muerte”.
Finalmente, el Pontífice ha pedido a los presentes una oración por los soldados allí enterrados y por las víctimas de todos los conflictos, incluso los de hoy en día “en los que mueren hasta niños inocentes. Que Dios nos conceda la Gracia de llorar”, ha finalizado
Al finalizar esta celebración, el Papa ha visitado las Fosas Ardeatinas, unas minas en las que 335 prisioneros, la mayoría italianos y judíos, fueron asesinados durante la II Guerra Mundial por orden expresa de Adolf Hitler. Tras los asesinatos, las minas se cerraron con explosivos con el fin de que los cuerpos quedaran allí inaccesibles; pero tras el conflicto se reabrieron y se estableció un santuario para recordar la masacre.
Como punto final del día, el Papa se ha retirado a las 18.00 h., al Vaticano, donde ha tenido unos momentos de oración en privado dentro de las criptas, para rezar por los pontífices allí enterrados y por todos los Fieles Difuntos.