En el Ángelus de la plaza de San Pedro de este domingo, 5 de noviembre, el Papa ha repasado el Evangelio del día, en el que Jesús advierte a sus discípulos sobre los fariseos y su falsedad. Francisco ha hecho hincapié en el hecho de que los que tienen la autoridad “muchas veces exigen cosas justas a los demás, pero ellos mismos no lo ponen en práctica (…) Los que tienen la autoridad deberían tener como motor principal el ejemplo, para ayudar a los demás a mantenerse en el camino del bien (…) La autoridad es una ayuda, pero si se ejerce mal se convierte en una herramienta de opresión que crea hostilidad y no deja crecer a las personas”, ha sentenciado el Pontífice.
El pontífice ha continuado su alocución con el fragmento del Evangelio en el que Jesús “da ‘liberación’ a sus discípulos al decirles que no llamen maestro a los fariseos”. Además, ha recomendado humildad para no caer en el pecado de los propios fariseos: “Los seguidores de Jesús no debemos buscar títulos de honor, somos todos hermanos y ninguno debe tratar de dominar a los demás. Personalmente me duele ver personas que corren detrás de honores guiados por la vanidad. Si Dios nos ha dado cualidades debemos ponerlas al servicio de nuestros hermanos, pero nunca usarlas para nuestra propia satisfacción. La modestia es esencial para ajustarnos a las enseñanzas de Jesús” ha concluido Bergoglio.
Finalmente, y antes de rezar el ángelus y saludar a los fieles, el Papa ha invocado la intercesión de la Virgen María citando al poeta florentino Dante Alighieri “que la Virgen María, ‘humilde y alta más que cualquier otra criatura’ nos ayude con su intercesión maternal a rehuir el orgullo y la vanidad y a ser dóciles al amor de Dios, para estar al servicio de nuestros hermanos y su alegría, de la que sale la nuestra”.