Cada viernes, ‘Vida Nueva’ te acerca sus recomendaciones en pantalla grande (o no tanto)
En contra de la oposición vecinal, Florence Green decide abrir en una pequeña localidad costera de la Inglaterra de 1959 la primera librería de la zona. Un establecimiento que no solo se convierte en motivo de discordia, sino que da título a la famosa novela de Penelope Fitzgerald adaptada ahora por Isabel Coixet.
La historia nos narra el empeño de la protagonista, una mujer humilde pero decidida (felizmente encarnada por la dulce Emily Mortimer), en cumplir el sueño de su marido ya fallecido. Aunque para ello deba enfrentase a los prejuicios, chismorreos y envidias de su entorno.
El resultado es un drama de época sobre el coraje para sobreponerse a las adversidades y la pasión por la palabra escrita. Dos ejes argumentales que la realizadora catalana traduce en bellas imágenes y un caudal de silencios, miradas y diálogos que la propia Mortimer, Patricia Clarkson o Bill Nighy elevan a cotas de alto magisterio interpretativo. Siempre reconforta saber que el matrimonio cine-literatura goza aún de una larga vida por delante.
Un pequeño local de monólogos en Chicago será testigo del primer encuentro entre una joven psicóloga aspirante a terapeuta y uno de los humoristas que participan en el espectáculo, un taxista de origen pakistaní. Concluida la actuación, ambos empiezan a intuir que está surgiendo algo entre ellos. ¿Tanto como para que exista la posibilidad de que acaben juntos?
Enésima comedia romántica que recurre a la vieja fórmula “chico conoce chica” y a tantos lugares comunes del género (el habitual tira y afloja de una relación sujeta a condicionamientos culturales y familiares, el orgullo de los implicados, el miedo a perder al otro…), la escasa originalidad de la propuesta solo resulta disculpable porque se trata de la historia real de su protagonista, el cómico Kumail Nanjiani.
Más allá de este curioso reclamo y un inesperado giro hacia el drama, lo que Michael Showalter nos ofrece no pasa de ser una película fresca, entretenida y agradable de ver. Ni ingeniosa ni emotiva. Se necesita algo más para hacer reír… y llorar.
Un atleta legendario en sus años de instituto (Ewan McGregor) se ha convertido en exitoso hombre de negocios. Casado con una ex reina de la belleza (Jennifer Connelly), su vida en apariencia envidiable está a punto de derrumbarse. La desaparición (y búsqueda) de su hija sacudirá los cimientos familiares. Ya nada volverá a ser como antes.
Además de protagonista, el propio actor británico se estrena detrás de la cámara adaptando la novela que le valió a Philip Roth el Premio Pulitzer, un texto complejo sobre las luces y sombras del sueño americano durante los convulsos años 60 y 70 del siglo pasado.
Parece razonable que el director novel, atrevido en su apuesta, lo fíe casi todo al poderoso original literario (eso sí, abreviado por razones de metraje), a una cuidada ambientación y a un reparto solvente. Por desgracia, el drama que viven sus personajes dista mucho de erigirse en metáfora del momento que atraviesa todo un país. Tampoco se le puede pedir más a una película de sobremesa. Para segundas lecturas, mejor acudir a las fuentes.