Los mártires vicencianos, “testigos ejemplares de Cristo y el Evangelio” para el Papa

  • Francisco ensalza el “gran regalo” de los 60 nuevos beatos españoles durante el Ángelus
  • “Sin la caridad, la fe se extingue”, explica a los congregados en la Plaza de San Pedro

Los mártires vicencianos, “testigos ejemplares de Cristo y el Evangelio” para el Papa

Un día después de que el madrileño Palacio de Vistalegre acogiera la beatificación de 60 mártires pertenecientes a la gran familia iniciada por san Vicente de Paúl hace 400 años, el Papa tuvo presente esta celebración tras el rezo del Ángelus que presidió en la Plaza de San Pedro.

“Demos gracias a Dios por el gran regalo de estos testigos ejemplares de Cristo y el Evangelio”, comentó Francisco sobre este grupo de católicos españoles asesinados por odio a la fe en 1936, entre los que se encontraban 40 misioneros paúles (24 sacerdotes, 16 hermanos), dos Hijas de la Caridad, 13 laicos y cinco sacerdotes diocesanos ligados al carisma vicenciano.

La fe que ilumina

Además, el Papa ha reflexionado, aprovechando el Evangelio del día (la parábola de las vírgenes insensatas) acerca de lo que significa verdaderamente prepararse para la muerte. “Esta parábola nos dice que esperar no solamente significa no dormirse, sino estar preparado. No acercarse a la gracia de Dios cuando nuestra muerte esté próxima, sino hacerlo de ahora en adelante”, ha recomendado.

“La llama de las lámparas-ha explicado Francisco-es símbolo de la fe que ilumina nuestras vidas, mientras que el aceite simboliza la caridad que la alimenta. Por tanto la condición para estar preparados no es sólo la fe, también una vida llena de Amor y caridad”, ha detallado el Papa.

Además ha advertido de que una vida guiada solamente por intereses egoístas “es estéril, como no acumular aceite para la lámpara de fe, que se extinguirá. Pero si estamos atentos e intentamos hacer el bien (…) el sueño de la muerte no nos asusta, porque tenemos la reserva de petróleo”.

“No sabemos cuando llegará el Señor, estar preparados como si cada día fuera el último es algo muy bueno”, ha sentenciado Francisco.

 

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