“Sean cirineos compasivos que ayuden a llevar la cruz a todos aquellos hermanos nuestros que cargan con el peso injusto de la pobreza, el descarte y la indiferencia”. Con este mensaje del Papa concluyó ayer domingo 12 de noviembre el III Congreso Internacional de Cofradías y Hermandades que ha acogido Murcia durante el pasado fin de semana.
Francisco se dirigió a los participantes de este encuentro que acogió la ciudad durante cinco días a través de una carta remitida por la Secretaría de Estado del Vaticano que se leyó durante la eucaristía de clausura. En ella, Jorge Mario Bergoglio invita además a hermanos y cofrades a caminar con toda la Iglesia con la mirada fija en Jesús Nazareno.
En esta misma línea, se manifestó el prefecto del Dicasterio para los Laicos, Kevin Farrell, que viajó a Murcia para alentar a los congresistas en su tarea pastoral. No solo participó con una ponencia en la que subrayó la importancia de acercar a los jóvenes la tradiciones populares y la religiosidad popular, sino que presidió la eucaristía de clausura celebrada en la catedral murciana.
Participación activa
“No hay que pensar que ser parte de una hermandad o de una cofradía es una cuestión de tradición o meramente cultural”, subrayó el cardenal irlandés, que destacó cómo “las hermandades y cofradías tienen sentido auténtico y ayudarán a regenerar al pueblo sólo si transmiten la fe y la educan, si alientan la vida cristiana de sus miembros fomentando la oración, los sacramentos y la participación activa en la comunidad eclesial”.
En esta misma línea, comentó a los asistentes que “custodiar las tradiciones es algo bueno pero es poco y puede ser ambiguo si falta la unidad de vida, la unidad que es lo que celebramos, lo que creemos y lo que hacemos”.
Lo cierto es que Murcia se ha volcado con este congreso organizado por la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM) y el Cabildo Superior de Cofradías de la ciudad de Murcia. Prueba de ello es la procesión extraordinaria que se celebró el sábado por la tarde en la que participaron dieciséis tronos llegados de toda la región. Un acontecimiento histórico que hicieron posible más de 3.000 personas solo dentro del cortejo.